miércoles, 6 de abril de 2022

Álvaro Siza diseña las sepulturas de los arzobispos gallegos del futuro

Espacio funerario de la Catedral de Santiago
diseñado por Álvaro Siza

Había un espacio sin nombre, de forma extraña y arrinconado entre un patio y dos capillas de las que fueron surgiendo a lo largo de los siglos en una de las naves laterales de la catedral de Santiago. Y había un arquitecto muy mayor, Álvaro Siza con el que los responsables de sacar adelante el plan director de la basílica compostelana llevaban tiempo tanteando proyectos sin concretar ninguno.  Un día le comentaron que albergaban la idea de ordenar el asunto de los enterramientos de los arzobispos en la catedral. En el pasado, los jefes de la Iglesia en Galicia habían ido ocupando muy diversos espacios y hoy sucede que de algunos como el poderoso arzobispo Diego Gelmírez, ni tan siquiera se conoce la ubicación.

A medida que hablaban con el arquitecto de las posibilidades del proyecto, Álvaro Siza Vieira (Matosihnos, Portugal, 88 años) iba dibujando en un papel. Allí mismo plasmó la idea que le asaltó al instante. Ayer por la tarde, el artista visitó su creación funeraria ya terminada. Para la construcción de los nichos, eligió mármol de un famoso filón portugués que, según los últimos estudios, ya está presente en la catedral desde tiempos del Maestro Mateo.

Además de con el mármol, único material con el que se edificó el túmulo, de formas limpias y pulidas, el arquitecto ha construido con la luz que baña este lugar que antes servía de almacén y estaba cerrado. No ha añadido más que unas lámparas de iluminación tenue que recuerdan a los cirios. El resto de la claridad procede de tres lucernarios que ya había y de una ventana lateral que asoma a un patio. "No hay luz violenta, el efecto es confortable", describió el creador. De esta manera, entre claros y oscuros, Siza juega con algo que die que le gusta mucho, "el contraste entre materiales", y logra un efecto "casi onírico", según explicó al presentar su obra. Porque alrededor de esa gran urna de cuatro toneladas y media de mármol que se alza aislada, en vertical, buscando la luz que entra por los ventanucos de la bóveda, en aquella sala sin nombre que nunca se remató reina el granito gris, con paredes muy irregulares, y Siza las ha respetado como son.

"Los muros tienen deformidades, y eso le da un aspecto de cripta antigua", describe el director de la Fundación Catedral, el canónigo fabriquero del templo, Daniel Lorenzo. El resultado, comenta satisfecho el responsable de las obras de restauración que se llevan a cabo desde hace una década en la basílica, es "una estructura tan evocadora que sola, sin más adorno, permite percibir ese sentimiento de que se está ante algo sacro". Lorenzo, que después de impulsar la rehabilitación casi integral  de la catedral de Santiago ingresó en la Real Academia Gallega de Bellas Artes, califica la intervención de Siza como "obra maestra"...

El arquitecto habla entusiasmado de esta oportunidad que le brindó la catedral de Santiago. Asegura que para él es "un sueño" firmar en este momento de su vida, cuando ha llevado a cabo tantos proyectos, esta obra "espiritual" y diferente. En el túmulo, las gruesas planchas de mármol se engarzan sin herrajes ni ningún tipo de elemento metálico. Al acto le acompañaba el marmolista que se encargó de fabricar las piezas, transportadas desde Portugal y montarlas en el viejo almacén que ahora es una capilla más entre las que están a su lado, la de la Comunión y la del Cristo de Burgos...

Silvia R. Pontevedra. Santiago. El País, 12 de marzo de 2022

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