Stromae ofrece una docena de canciones de sólida factura y arreglos espectaculares; composiciones de construcción transversal armadas con referencias múltiples. En ellas entran en juego la muy nutrida Orquesta Nacional de Bélgica, instrumentos como el charango, el ney, la zurna, el clave y el violín chino, un coro búlgaro, la electrónica... Así, en "Invaincu", voces de atmósfera africana se enredan con el rap: en "Santé", la cumbia baila un reguetón de ritmo cambiado, y todo parece devenir en una coladeira de Cabo Verde. Un clima coral afropop da vida a la solemne "Solassitude"; un inicio barroco se anticipa en "Fils de joie" a un Stromae transfigurado tanto en un Brel moderno como en un intérprete subsahariano, y "C'est que du bonheur" tiene un subidón de pulsación latina. En "Pas vraiment" asoman aromas orientales, mientras que "Mon amour" huele al Caribe francés. Dylan jugo a ser Walt Whitman con su canción "I Contain Multitudes", Stromae no menciona al autor de Hojas de hierba, pero bien merecía quedar vinculado, de ahora en adelante, al más popular de sus versos.
Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 2 de abril de 2022.
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