viernes, 31 de mayo de 2024

Hélène Grimaud o el piano bien destilado

Hélène Grimaud.  (©Hélène Grimaud)

En su bien surtida programación, Ibermúsica abre la puerta a la actuación de la pianista francesa Hélène Grimaud, una artista de suaves maneras, de toque alado pero consistente que se encuentra ahora mismo en plena madurez. Nacida en Aix-en-Provence en 1969, ha tenido una evolución lenta y serena. Es una artista culta y preparada que busca lo intelectual antes que el pathos. Hay en su pianismo, sin duda, líneas clásicas, emociones controladas, heroísmo, más interior que exterior. Y un ataque a la tecla muy matizado, practicado con dulzura y sensibilidad. Esta artista tan proclive al ensimismamiento se presenta de nuevo ante nuestro público el 30 de mayo en el Auditorio Nacional con un programa de altos vuelos que le va como anillo al dedo y en el que podrá mostrar de nuevo esa "monumentalidad enteramente subordinada a la búsqueda del sentido", como ha señalado el crítico Felix Müller.

La pianista fue aceptada en el Conservatorio de París a los 13 años y ganó el premio  de interpretación tan solo tres cursos después. Fue alumna predilecta de dos grandes maestros  como György Sándor  y Leon Fesher. Su debut en Tokio en 1987 le abrió las puertas de la fama y del Orquesta de París, en aquel momento dirigida por Daniel Barenboim. Siempre se ha destacado de ella su compromiso con las buenas causas y su entrega constante a la música. Es miembro de la organización  Musicians for Human Rights, y defensora del medio ambiente y los animales en extinción. En esta ocasión se la podrá admirar interpretando obras de Bach, Beethoven y Brahms, las famosas tres grandes B, que creemos serán expuestas con el mimo y la elegancia tan habituales en ella. con unos planteamientos siempre nacidos del estudio y del buen gusto.

A. Reverter. El cultural 24-5-2024.

jueves, 30 de mayo de 2024

La historia de París, en un edificio

La cineasta y escritora francesa Ruth Zylberman relata en un libro su investigación sobre el presente y el pasado del 209 de la rue Saint-Maur. Vinculado a la redada del Velódromo de Invierno, en la que más de 13.000 judíos fueron detenidos, reconstruye una historia fascinante salpicada por arrestos, suicidios, ecos de la Comuna... 

Sugerentes ecos afloran en el inicio de este libro, en el que una incesante caminadora expresa su fascinación por las calles y los edificios de París. Baudelaire, Benjamin, Perec, Modiano... Estamos en la coordenada, tan literariamente provechosa, del flâneur. Pero muy pronto hay un giro: la obsesiva paseante, que es la cineasta y escritora Ruth Zylberman (París, 1971), confiesa que va buscando algo concreto, "un edificio que explorar como una terra incognita, a fondo, desde los cimientos hasta la cúspide". Quiere filmarlo y quizá también escribir sobre él. Bajo el estímulo de un mapa sobre niños deportados de la capital francesa entre 1942 y 1944, Zylberman fatiga la ciudad con la mirada alerta hasta que un día  sus pasos la llevan al final  de la rue Saint-Maur, una calle larga y estrecha que arranca en el distrito XI y termina en el X. Allí, en el número 209 culmina su búsqueda, y allí empieza una investigación colosal. Es un edificio "ordinario, sin placas conmemorativas ni vecinos ilustres, como tantos otros, una discreta célula en el tejido orgánico de París". Hay en el mapa nueve nombres de niños asociados a esta dirección. Es su edificio.

Por supuesto no tardará en penetrarlo. Lo disecciona, lo respira, delimita sus contornos, se funde con su palpitación, atenta al detalle, espía intrusa, inquieta, obstinada. Con el listado de niños presente, y sin saber muy bien adónde quiere llegar, visita los Archivos de París para consultar los censos de los años 20 y 30. Las pesquisas continúan en internet, donde encuentra un fragmento de un libro sobre niños escondidos, durante la guerra (el lector de Modiano advierte aquí la misma temperatura de sus obras) en el que un tal Charles Zelwer relata su huida del 209 de la rue Saint-Maur el 16 de julio de 1942, el día de la redada del Velómodro de Invierno, en el que más de 13.000 judíos fueron detenidos. Zylberman lo localiza por teléfono y unos días después se conocen en persona. Hijo de judíos polacos y comunistas, Zelwer nació en este edificio en 1940. Allí vivió hasta 1967, con un paréntesis de dos años (1942-44) en los que estuvo escondido y separado de sus padres. Después de compartir algunos recuerdos de infancia sugiere a Zylberman que, para ampliar información, recurra a su antigua vecina Odette Diament que le atiende por teléfono desde Israel y le aporta datos sobre los vecinos de su edificio.(...)

En su investigación (apoyada en expedientes, informes, planos, artículos periodísticos, fichas policiales y judiciales, cartas, páginas web, fotografías, certificados de nacimiento y defunción...), la autora localiza los orígenes del edificio, recompone su desarrollo histórico, conoce a Albert Baum, el primero en su lista de niños (que tras su detención fue trasladado a Auschwitz y a Buchenwald), confecciona diagramas y tablas sobre el 209 y sus moradores, estudia su condición de foco de resistencia judía, recupera en los Archivos Nacionales las tarjetas de identidad de los inquilinos extranjeros... También se desplaza a Tel Aviv para hablar con Odette cara a cara, y a Nueva York en busca de Henri Osman, superviviente  de la tremenda redada en la que sus padres fueron detenidos...

Y Zylberman rueda su película, Les enfants du 209 rue Saint-Maur, París X, emitida por el canal Arte y que activa "toda la constelación invisible del 209". El libro de Zylberman es una expedición a lo que Perec llamaba "lo infraordinario", y una reivindicación de la potencia literaria de las microhistorias y de la idea de que, con nuestras rutinas, felicidades, pasiones, misterios, azares y miserias, todos aportamos sustancia a la gran novela de la vida.

Alfredo Asensi. El Cultural, 10-5-2024.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Céline Cousteau. Ecologista y divulgadora

Muchos telespectadores aprendieron a amar el océano con los documentales del famoso comandante francés Jacques Cousteau, explorador y oceanógrafo de gran éxito en televisión en los años setenta y ochenta. Para Céline Cousteau (Los Ángeles, 51 años) resultaba distinto, entonces era una niña y no seguía a su abuelo en la pequeña pantalla. Mucho mejor que eso, ella tuvo la inmensa suerte de acompañarle a bordo del mítico buque de investigación, con el resto de su aventurera familia. Esta ecologista, exploradora y divulgadora, participa en Madrid en una nueva edición de Healthy Cities, de Sanitas.

P.- ¿Cómo es la experiencia de una niña a bordo de un buque como el Calypso?

R.- Mis abuelos querían que participara en una expedición, como todos los nietos, pero también dieron prioridad a nuestra educación. Hay que entender que el Calypso era un barco lleno de hombres, adultos, y yo era una niña. Yo quería pasar mis veranos con mis primos en Francia, no quería estar necesariamente en el barco. En realidad hemos crecido en esto y al mismo tiempo no, porque también era un mundo lejano, entonces no había teléfono por satélite, no había teléfonos móviles, no había Facebook...

P.- ¿Qué recuerda de su gran expedición a la Amazonia con nueve años?

R.- Cuando fui a la Amazonia, con nueve años, toda mi familia estaba en la expedición, mi abuela, que no faltaba nunca; mi madre, que era fotógrafa; mi padre y mi hermano. Yo estuve dos semanas, buceé con mi abuelo, y fue algo excepcional, fue un privilegio tener una experiencia como esa. Entonces no era consciente, pero es un momento clave de mi vida. Allí estábamos en medio de un gran mar verde y nos sentíamos pequeños. Me marcó mucho y por eso recomiendo a la gente llevar a los niños de aventura, aunque sea pasar una noche en una tienda de campaña en un parque, son recuerdos que quedan para siempre en su interior, en sus células.

P.- ¿Qué quedó de aquello en su interior?

R.- Para mí es todo. Son recuerdos de excitación por salir con los científicos a buscar pirañas, comer en medio del bosque con la gente de allí, ver jugar a los niños con nada cuando yo tenía una habitación llena de juguetes. Son recuerdos que pueden parecer simples, pero para un niño es enorme.

P.- Antes ha mencionado a su abuela. Aunque el personaje célebre es el abuelo, el comandante Jacques Cousteau, asegura que la verdadera capitana del Calypso es su abuela Simone. ¿No es cierto?

R,- Si ella estaba a bordo del Calypso más tiempo que cualquier otra persona, ya fuesen los miembros del equipo, mi padre o mi abuelo. Su gran amor era el mar, el barco. Todos la llamaban La Bergère (La pastora), por su trabajo para el equipo. No lo hacía por ella, sino por su verdadera pasión por esta forma de vida.

P.- ¿Cree que hoy hay una desconexión de los niños actuales con la naturaleza?

R.- Sí, hay una desconexión. Pero depende también del acceso que tengamos a la naturaleza. Si los niños viven en ciudades llenas de cemento y edificios, resulta difícil conectar. El acceso a la naturaleza no debe ser un privilegio. La naturaleza debería formar parte de los colegios. Hay un montón de estudios sobre los beneficios para la salud, tanto para los niños como los adultos, del contacto con el entorno.

P.- Su abuelo se mostraba triste y pesimista por el planeta al final de su vida, ¿Qué piensa usted?

R.- Yo he decidido tener esperanza, he decidido ser optimista. Tengo un hijo de 12 años y veo mucha gente  que pelea por el medio ambiente, por la especie humana, por todas las especies. Eso me da esperanza. Y al mismo tiempo soy realista, el planeta no nos necesita. Nuestro miedo por lo que le pasa al planeta en realidad es miedo por nosotros mismos.

Clemente Álvarez. Madrid. El País, jueves 26 de abril de 2024.

martes, 28 de mayo de 2024

Y Matisse anticipó la abstracción: "El taller rojo"

Una muestra en París indaga en la historia de El taller rojo, el cuadro de 1911 que llevó al pintor francés a romper con la figuración. No puede considerarse un cuadro abstracto, pero tampoco plenamente figurativo. El taller rojo, pintado en 1911 por Henri Matisse, representa el atelier del artista francés en Issy-les-Moulineaux, localidad campestre a las puertas de París. En su interior hay una docena de obras de arte y un puñado de objetos decorativos. Hasta aquí, todo en orden: podría ser una obra cualquiera centrada en el espacio de trabajo de un pintor de entre siglos. Solo que ese taller está sumido en un monocromo rojo avanzado a su tiempo, una antimateria casi sobrenatural que convierte lo que pudo ser un lienzo canónico en un experimento radical. "Me gusta, pero no lo acabo de entender. No sé por qué lo he pintado exactamente así", confesó Matisse al terminarlo.

Más de un siglo después el cuadro sigue fascinando por sus abundantes misterios. Es una imagen plana y casi conceptual, que libera a la pintura de su función narrativa y de su obligada representación de la realidad, abolida en nombre de una abstracción todavía inconsciente. Más que una pintura, es un manifiesto sobre el uso del color, un elemento artístico que ya había cobrado autonomía un par de décadas antes con la emergencia de los impresionistas. Un nueva exposición  en la Fundación Louis Vuitton de París, Matisse: L'atelier rouge, indaga en la historia de ese cuadro, no siempre conocida, y reúne obras que aparecen representadas en él (excepto una, que fue destruida).

El resultado que podrá visitarse hasta el 9 de septiembre es una especie de viaje al interior del cuadro. También permite relatar la evolución artística del pintor en la primera década del siglo pasado: con este interior rojizo, Matisse puso fin a su etapa fauvista  y se adentró con decisión  en nuevas aventuras pictóricas. En el cuadro, de 1,80 metros de alto por 2,20 de ancho, la guarida del pintor -una estructura prefabricada, como se estilaba en esos tiempos de higienismo incipiente- cobra el aspecto de una galería de arte improvisada, con óleos, bronces y terracotas mezclados con el reloj de su abuelo, una silla, una caja con lápices y tizas, una copa de vino medio llena (o medio vacía) y un plato de cerámica.

Entre las obras colgadas se encuentra un óleo poco conocido, Córcega, el viejo molino (1898), pintado en Ajaccio, donde el sol difumina los contornos y los detalles como Matisse ya había entendido unos años antes, durante una estancia en la isla bretona de Belle-Île que también frecuentó Monet. Aún así, el Mediterráneo convenía más a su proyecto artístico, como descubrió en Saint-Tropez con Signac y Collioure al lado de Derain. El cielo gris del norte de Europa paralizaba la creatividad de este hijo de mercader de semillas, nacido cerca de la frontera con Bélgica. Dos obras más célebres, El joven marino (1906), retrato de paleta clara y pinceladas libres, y El Lujo (1907-1908), primer experimento con las superficies mates del temple, también influyeron en la obra magna de esta exposición.

Maestro de la sinestesia, Matisse creía que el verde no servía para pintar la hierba. ni el azul para delinear el cielo. En 1905 firmó Mujer con sombrero, retrato de su esposa, Amélie, en gamas cromáticas tirando a alucinadas, como añiles, turquesas y amarillos. Cuando le preguntaron de qué color iba vestida su mujer, el pintor contestó: "Evidentemente iba de negro". Con el mismo espíritu iconoclasta, tiñó el cuadro de su atelier de un rojo veneciano, el color predilecto de Tintoretto y Tiziano, pero también el de los pintores de Altamira. Fue un impulso repentino al final del proceso, cuando ya tenía el cuadro casi terminado. Matisse lo dejó reposar durante un mes y luego aplicó ese color  "casi de una sentada", pese a que no se ciñera a la realidad física que tenía ante sus ojos. En la versión inicial, las paredes eran azules, el suelo era rosa y el mobiliario era ocre, como dejan claras alagunas trazas de color en los bordes. Lo descubrió hace pocos años el MoMA de Nueva york, propietario del cuadro y coproductor de esta exposición centrada en solo un puñado de lienzos y alejada de los blockbusters que presentan una sucesión interminable de obras en las salas lo que permite una mayor concentración y atención al detalle. (...)

La obra no encontró comprador hasta 1927, cuando David Tennant, propietario del Gargoyle Club, lo adquirió  para colocarlo en la sala de baile de ese lugar de encuentro de la alta sociedad londinense. Acabó en manos de un galerista neoyorkino, Georges Keller, al terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando el MoMA empezó a mostrar interés por la obra, bajo el impulso del primer director. Alfred Bar Jr.. La compra la cerró en 1948. La obra influyó poderosamenten una nueva generación de críticos de arte y de futuras figuras del exprexionismo abstracto o del minimalismo, como Mark Rothko, impresionado por el poder expresivo de ese rojo que tradujo el uso del monocromo del pintor francés a la abstracción geométrica...

Álex Vicente. París. El País, miércoles 15 de mayo de 2024.

lunes, 27 de mayo de 2024

Conmovedor elogio del colectivo de educadores

Thomas Lilti
En paralelo a su formación como cineasta con una serie de cortometrajes realizados entre 1999 y 2003, Thomas Lilti fue médico de familia. Y lo siguió siendo como actividad profesional hasta 2017, en unos años en los que compuso dos largometrajes. Uno de ellos titulado Hipócrates (2014) -naturalmente sobre la medicina-, le acabó encumbrando y le permitió abandonar una actividad a la que había llegado casi más por imposición paterna que por vocación.

La atípica trayectoria del director francés tuvo una consecuencia obvia en su segundo trabajo, ahora ya convertido en único: Lilti sabía de lo que hablaba. Así surgieron las notables Hipócrates, historia sobre las dimensiones científica, ética y social de la medicina, ambientada en un centro de urgencias; Un doctor en la campiña (2016) acerca de la relevancia del trato y de psicología de sabio del terruño para el ejercicio de la medicina entre los achaques de los lugareños; y Mentes brillantes (2018) en la que volvió la vista atrás hacia el crudo proceso de criba estudiantil.

El poso humanista del cine de Lilti, amparado por el trabajo, el sacrificio, la vocación y la conciencia social, aunque desplegado sin homilías laicas, sigue presente en su nueva película, pero esta vez desde otro terreno, el de la educación. Los buenos profesores es la versión escolar de sus títulos sobre la medicina. El conmovedor retrato del microcosmos de un instituto público consagra la relevancia social de los docentes, un colectivo que, desgraciadamente, no siempre es reconocido como se debe.

Las interpretaciones comandadas por los magníficos Vincent Lacoste, François Cluzet y William Lebghil, y su facilidad para la verdad en esas circunstancias de nervio vital en la que todo puede encumbrarse o hundirse, lo confirman como uno de los mejores exponentes de lo que puede hacer el cine por la estimación y la promoción del mejor sistema público.

J. O. El País, viernes 17 de mayo de 2024.

domingo, 26 de mayo de 2024

Por qué el mundo pensaba en francés a finales del siglo XX... y ya no

François Dosse. (Foto: María Eugenia Cerutti)

François Dosse es uno de los mayores especialistas mundiales en Historia intelectual y ahora relata en una imponente obra en dos volúmenes los años en los que el pensamiento galo asombró al mundo: La saga de los intelectuales franceses (Akal).

Jamás hubo una conferencia como aquella. El 29 de octubre de 1945, en el París recién liberado de la garra nazi, la celebración de una disertación sobre Filosofía en el Club Maintenant desencadenó un impresionante tumulto. Los periódicos registraban al día siguiente "15 desmayos" y 30 asientos destrozados y caricaturizaban la llegada del ponente a la sala rodeado de cuatro tiradores de élite que se abrían paso a hachazos entre la gigantesca y vociferante multitud. El propio Jean-Paul Sartre confesaría más tarde que, al ver a toda aquella gente, se asustó y pensó que eran los comunistas reunidos para increparle. Pero eran admiradores. El título de la exposición era El existencialismo es un humanismo.

Resulta paradójico, pero la Francia que despertó tras la Segunda Guerra Mundial con su imperio colonial en desintegración y su antaño poderío internacional amputado generó en contraposición la saga intelectual más poderosa del siglo XX. En los cinco continentes, las ideas de Sartre, Camus, Lévi Strauss, Cioran, Foucault, Althusser, Deleuze o Derrida conquistaron las universidades, la producción  editorial y el espacio público. Nunca se conocieron modas intelectuales como el citado existencialismo, el estructuralismo o la deconstrucción que aún irradian nuestro presente. ¿Cómo fue posible? La mejor respuesta la encontramos  en una obra ciclópea y fascinante en dos volúmenes que por fin tiene versión en español: La saga de los intelectuales franceses (Akal) de François Dosse (París 1950).

Dosse, profesor en el Institut d'Études Politiques de París, es uno de los mayores especialistas mundiales en Historia intelectual. Cuando nos encontramos con él en el Institut Français de Madrid se muestra tan pedagógico como socarrón. Estamos ante una historia tan divertida como trágica que arranca con la esperanza de posguerra en dotar de un sentido a la Historia y concluye con la caída del comunismo que nos deja un porvenir en migajas..

"Después de la guerra", explica Dosse, "Francia había perdido todo su poderío internacional y fue entonces cuando la intelectualidad francesa, representada por Sartre y el existencialismo, conoce un éxito sin precedentes e igualmente mundial. Podemos explicar la paradoja por el estatus de los intelectuales en mi país. Francia es un país laico desde hace mucho tiempo y la religión desempeñaba un papel menor desde que comenzó la secularización en el siglo XIX. Los intelectuales van a ocupar la posición que deja el clero como difusores de un mensaje universal cuyo origen encontramos en la Revolución Francesa de 1789 y en su proclamación  de los derechos del hombre y del ciudadano. Pero el momento en que el intelectual gana el centro de atención de la vida pública francesa es el affaire Dreyfus a finales del XIX. Es entonces cuando cristaliza la figura del intelectual como aquel que se levanta contra la injusticia y en favor de la verdad. Por último, en 1944-45, con el fin de la ocupación y la barbarie nazi, los intelectuales van a asumir la tarea de imaginar un mundo nuevo de emancipación y libertad". El historiador es muy crítico con otros colegas como el británico Tony Judt, que en su monumental Postguerra acusaba a los intelectuales franceses de hacerle el juego al estalinismo. No se trata, asegura Dosse, de defender el nefasto y criminal comunismo pero si es necesario contextualizar. Porque la comprensión del pasado no implica su justificación, sino entender por qué los intelectuales se equivocaron entonces y negaron lo real en favor de lo ideal. Para entender la tendencia dominante entre los intelectuales franceses entre el 45-46 debemos ser conscientes de la fuerza del Partido Comunista con un papel principal en la Resistencia y que,  al acabar la contienda, descollaba como el primer partido con un 28% de los votos. O el hecho de que la URSS fuera vista como el país que había combatido y vencido al nazismo sufriendo más que ningún otro. 

En la primera gran batalla intelectual del primer libro, la que enfrenta  a Sartre y Camus en los 40-50, es curioso como la posteridad acabó convirtiendo a los perdedores de entonces en los ganadores de hoy. (...)

Mayo de 1968 abrió la gran fractura y marca, de hecho, la línea divisoria entre los dos tomos  de La saga de los intelectuales franceses. El viento de la historia se torna vendaval. Los obreros asaltan las fábricas, los profesores bajan de sus cátedras y los alumnos toman la palabra  de la misma forma  que en 1789 se tomó la Bastilla. Con todo, el logro fundamental del 68 es, sin embargo, la liberación de la mujer que arranca con toda su fuerza a partir de ese año...

P.- Usted dice que los nuevos filósofos como Bernard Henry Lévy de los 80 se equivocaron en sus predicciones. ¿Que representan?

R.- Lo que pasó con los nuevos filósofos como Henri Lévy o Glucksmann, antiguos maoístas es que después del efecto Gulag o el genocidio de Camboya renuncian a esos principios. Y ahí no se equivocan. Tienen razón. Pero su rechazo les va a conducir a una postura simplista y maniquea. El pensamiento comienza entonces a debilitarse. (...)

P.- ¿Se atreve con una valoración de urgencia de los intelectuales franceses en vísperas de una posible victoria de Le Pen ?

R.- La extrema derecha moderna tiene muchas posibilidades de llegar al poder en Francia al ritmo que vamos. Es casi inevitable. Y la culpa es en gran parte de la izquierda. Si se halla en dificultades es por el tremendo vacío político en que vivimos.

Daniel Arjona. Josetxu L.Piñeiro.  EMundo, 17, 5, 2024.

sábado, 25 de mayo de 2024

Notre Dame ya mira hacia la apertura cinco años después del incendio

Andamios que cubren la nueva aguja de la catedral. Foto: AFP
Ocurrió tal día como hoy hace cinco años. En la tarde del 15 de abril de 2019 unas imágenes conmocionaron al mundo. La catedral gótica más famosa del mundo, la de Notre Dame de París, ardía frente a los ojos impotentes de los ciudadanos. Un fuego declarado en la parte superior del templo, en plena misa, obligó a desalojarlo. Eran las 18.20 horas y la alarma antiincendios avisaba, sin que se pudieran ver las llamas. Media hora después estas emergían ante unos bomberos incapaces de detenerlas. La imagen de la caída de la aguja de la catedral en la primera hora del incendio certificaba la catástrofe. Solo después de nueve horas de trabajo se extinguió el fuego. El balance resultó desastroso: junto a la aguja también se derrumbo el tejado y se dañaron tres bóvedas, dos rosetones y uno de los órganos. Pero podía haber sido peor: la estructura, la fachada y las torres quedaron a salvo.

La misma noche del incendio el presidente Emmanuel Macron prometió que la catedral iba a ser restaurada. Al día siguiente empezaron a llover promesas de donaciones de diferentes entidades de todo el mundo. Pese a que un mes después no se había materializado ni un 10%  de lo anunciado, finalmente se llegaron a recaudar 840 millones de euros por parte de 340.000 mecenas, de 150 países diferentes. El coste estimado de las obras es de 700 millones. El resto del dinero se dedicará a cubrir otros gastos de la catedral que tendra un aspecto idéntico al original. Tras plantear un tratamiento de arquitectura contemporáneo a los arreglos, finalmente se optó por una reproducción idéntica de la guja de 96 metros de altura realizada en el siglo XIX por el arquitecto Eugène de Viollet-le Duc.

Entre los objetivos del Gobierno francés se encontraba el poder abrir Notre Dame durante los Juegos Olímpicos de París, que tendrán lugar entre del 26 de julio al 11 de agosto. Sin embargo, los trabajos de descontaminación del plomo y la interrupción obligada por la pandemia del covid-19 hizo imposible cumplir ese plazo. Ahora, el calendario señala una fecha muy especial, el 8 de diciembre. Se trata de la festividad católica de la Inmaculada Concepción. Coronaría así un año importante para Francia. Además de las Olimpiadas, en este 2024, se conmemora el 80º aniversario del desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.

Macron que se ha volcado en estos tres hitos del 2024 para intentar unir el país, sacaba pecho en diciembre del año pasado durante una visita a las obras. "Desde el 2019 trabajamos para reconstruirla. Hemos visto la progresión de esta obra, que parecía imposible. Es un momento importante y emocionante. El 8 de diciembre volverá a ser objeto de culto", anunciaba dándole una carga épica a una reconstrucción muy dificultosa, al usar piedra y roble y al estar ubicada la catedral al lado del río Sena. Todo ello dificulta la operativa.

Los trabajos marchan a buen ritmo. La aguja levanta ya su esbelta silueta en el cielo parisino y nadie duda de que a finales de año el público podrá acceder a Notre Dame de nuevo. Para llegar a tiempo el trabajo ha sido constante e intenso durante estos cinco años. Los dos primeros se dedicaron a asegurar el edificio. Los tres siguientes, a recuperar la cubierta y los interiores para que luzcan de nuevo como siempre. De todos modos, la reconstrucción no concluirá en diciembre de este año, cuando se abra al público sino que continuará en el exterior de la sacristía, el coro y la nave. Estas obras podrían prolongarse hasta el año 2030.

Javier Becerra. Redacción. La Voz de Galicia, lunes 15 de abril de 2024.

viernes, 24 de mayo de 2024

Officine Générale o el orgullo de ser una minoría

Pierre Mahéo, fundador de
Officine Générale. DR

"Un armario ideal para la vida". Así se autodefine Officine Générale, la marca creada en 2012 por Pierre Mahéo, que frente a la voracidad de las tendencias efímeras, lucha por la continuidad y por dominar el complicado equilibrio entre modernidad y clasicismo, un balance bañado, por supuesto, por una dosis de allure francés. "Me encargo de definir un ADN que se mantiene cada temporada. Creamos looks para cualquier ocasión y para todas las horas del día", explica Mahéo, que ha sabido mezclar la pasión por el tailoring de su abuelo materno, que era sastre con el vocabulario de moda más sencillo de su padre y de su abuelo, que como productores de ostras, se compone de pantalones chinos, náuticos y prendas denim. "Es un mix que funciona por ambos lados, y la firma representa esta doble vertiente de mis raíces familiares", comenta. Asegura que la sociedad compra ahora de forma distinta al perseguir un estilo personal que encaje bien con sus valores. El "quizás me lo pongo" ha dejado paso a "¿Lo necesito?", "¿Me lo voy a poner?". Según la respuesta la gente decide si comprar o no", asegura el fundador. "El incremento de precios en los productos de lujo es tan brutal que ni siquiera el 1% puede comprarlos, y advierto tanto en mi alrededor como en nuestros compradores que la gente tiene más cuidado a la hora de gastar  dinero. Le gusta invertir en prendas y saben bien que se van a poner", dice.

Al mencionar ese exclusivo porcentaje, el concepto "lujo silencioso" entra irremediablemente en la conversación. "Nunca consigo comprender bien cómo funcionan ambas palabras juntas, pero si en lo que realmente se basa es en apostar por buenos materiales y prendas que permanezcan intactas durante muchas temporadas, me gusta, porque se fundamenta en tener una relación diferente con nuestro armario", asegura. Por eso, los diseños de la firma francesa abogan por una intencionalidad elevada, ajena a estridencias y capaz de dar un giro al clasicismo, para configurar así un guardarropa verdaderamente capaz de navegar a través del tiempo. 

En 2017, Officine Générale se adentró en la categoría womenswear, que está funcionando con tal fuerza que pronto alcanzará en resultados a la masculina (...) "Nuestros bolsos no se adentran en los precios de los mercados de lujo, pero no tienen nada que envidiar a los de las grandes firmas. No nos importan los márgenes, sino la filosofía de la marca, los materiales y los acabados: es así cómo estamos construyendo nuestro futuro", asegura el diseñador. "Al final, lo esencial es ser fiel a tu estilo y tu ADN", dice orgulloso de ser una firma nicho en la que la ética y la construcción de un punto de vista  determinado priman. Una misión y una visión que son moda a todas luces.

Marita Alonso, Smoda, El País, 18-5-2024.

jueves, 23 de mayo de 2024

Javier Santiso: "Editar es una lección de humildad"

Javier Santiso (Saint.Germain-en-Laye, 1969) es escritor y fundador de La Cama Sol, editorial de libros de poesía, arte y música. También es consejero de PRISA, empresa editora de EL PAÍS. Su última novela, Un paso a dos (AdN), bucea en el imaginario del pintor de la soledad, Edward Hopper. a través de los ojos de su esposa, la también artista, Josephine Hopper.

P.- ¡Qué aprende un editor escribiendo? ¿Y viceversa?

R.- La humildad. Editar es una lección de humildad. Es amar, dar, recibir, es algo único.

P.- ¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado?

R.- Curiosamente estaba leyendo el último libro de Paul Auster, Baumgartner, una maravilla de novela, justo antes de que falleciera. Pero es otro neoyorkino el que me está cautivando: Philipp Roth, con El animal moribundo. Luego diría que el último libro que me ha deslumbrado es La noche del corazón, de Christian Bobin. Un autor inmenso, de lo más grande.

P.- ¿El que tiene abierto ahora mismo en la mesilla de noche? Jean Genet. Otro autor nitroglicerina.

P.- ¿Uno que no pudo terminar?

R.- Proust. Ni siquiera lo pude empezar. Hasta ahora se me atragantó. Pero cada autor tiene su tiempo. Hay escritores que llegan demasiado temprano, otros demasiado tarde, simplemente no te hablan en un momento de vida.

P.- ¿Qué película ha visto más veces? Me gusta el cine francés, mucho. Verlas, volver a verlas, aunque sea en bucle, me encanta. Pero quizás la última que me dejo cautivado, sea otra, española. As bestas. Brutal.

P.- ¿La última serie que vio del tirón? 

R.- Bellas artes, que es una crítica demoledora del buenismo que también se ha metido en las artes.

P.- Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?

R.- La muñeira de Chantada. Porque con ella se terminaban todas las fiestas de mis veranos-

P.- ¿Qué suceso histórico admira más?

R.- Las idas y vueltas que dieron miles de españoles, emigrantes, desde Francia a España. Esa odisea la repetíamos con mis padres cada año, viajando de París hasta Santiago, desde Saint-Germain-en Laye, al lado de Versalles, hasta Cumeiro, una parroquia minúscula, perdida en medio de los montes y de los verdes, a dos pedradas de Lalín.

P.- ¿Qué está socialmente sobrevalorado?

R.- El buenismo. Hemos perdido el sentido de la verticalidad. Todo es ahora llano, allanado, sin horizonte. La verticalidad es el estilo en la escritura, es el trazo en la pintura, es erguirse de proa, sea cual sea la ventolera, sea cual sea el temporal.

P.- ¿A quién le daría el próximo Premio Cervantes? 

R.- Difícil. Pero quizás a Pere Gimferrer. Acabamos de publicar un libro con él en La Cama Sol este mismo año, junto a las obras de Miquel Barceló, Marineando.

De no haberse dedicado a los libros le habría gustado ser... Pintor. Escribir con el pincel. Ponerle colores a la vida. Los colores a veces son mucho más acertados que las palabras. Van recto al corazón, entrando por los ojos.

El País, sábado 11 de mayo de 2024.

miércoles, 22 de mayo de 2024

El "Me Too" francés

Judhith Godrèche en la presentación de su corto Moi Aussi en
el Festival de Cannes.

Cuando estalló el Me Too en 2017 tras las denuncias contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, Francia no ocultó sus recelos. En una carta pública, más de un centenar de mujeres del mundo de la cultura, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, expresaron sus reservas ante las denuncias que llegaban desde Estados Unidos. Un texto simplista que convertía a las estadounidenses en puritanas frente a las europeas, una falsa dicotomía que siete años después ha quedado zanjada. El Me Too ha llegado a Francia pero con una fuerza amplificada en la 77ª edición del Festival de Cannes, que ha intentado en vano mantenerse estos años  al margen de un movimiento histórico.

Moi Aussi (Me Too) es un cotometraje de diez minutos dirigido por la actriz Judhith Godrèche cuya relevancia es más social que cinematográfica. Se proyectó como prólogo de la pelíula inaugural -la islandesa Ljósbrot, de Rúnar Rúnarsson- de la sección Una Cierta Mirada y responde, según Godrèche. a la promesa que le hizo a las 5.000 víctimas  que contaron con ella entre el 7 de febrero -cuando denunció que fue violada y agredida cuando era una adolescente por los directores Benoît Jacquot y Jacques Doillon, que niegan los hechos- y el 23 de marzo. Ese día convocó a todos los que habían contactado con ella: de las 5.000 personas, acudieron a la cita unas mil, la mayoría mujeres, de todas las edades y condiciones.

El cortometraje empieza con un plano de los ojos de la hija de la directora, Tess Barthélémy, que se pasea vestida de blanco entre las personas que escribieron a Godrèche. Barthélémy interpreta una coreografía un tanto simplona que juega con los ojos que no ven y la boca que calla mientras se abraza o da la mano a las víctimas y se escucha una polifonía de voces que relatan los abusos que sufrieron. "Mi tío", "Un amigo de mi padre", "Mi hermano", "Mi jefe", "Un actor famoso", "Un desconocido"... "a los seis años", "a los ocho", "a los 13", "a los quince"... Algunas de las mujeres filmadas se ocultan la cara con la capucha de sus abrigos, o con gafas de sol, otras, las más mayores, dan la espalda a la cámara, pero la mayoría mira de frente.

La idea de Godrèche se salva cuando se apagan la música, las palabras y el baile y el millar de personas recorre en silencio la avenida de París en un plano secuencia en el que va desfilando frente al objetivo. Ese largo instante protagonizado por una multitud con la cabeza alta sí resulta rotundo y emocionante. Godrèche se ha convertido en la principal impulsora de un movimiemto que en Francia comenzó cuando la actriz Adèle Haenel abandonó los premios César de 2020 como señal de protesta contra los aplausos al cineasta Roman Polanski, galardonado entonces por El oficial y el espía. 

Hace unos días, le preguntaron a Godrèche por unas declaraciones algo torpes del actor Vincent Lindon, que pedía "una hoja de ruta" para comprender mejor a las mujeres víctimas de agresiones sexuales. La atriz respondió entre risas que la frase de Lindon delata el fondo de tantos hombres, su incapacidad de ponerse en el lugar de ellas. Algo que repitió ayer la actriz estadounidense Meryl Streep en un encuentro con el público: "Ningún hombre ve El cazador (la película de 1978 de Míchel Camino) y se identifica conmigo. En cambio las mujeres, sí nos identificamos con el personaje de Robert de Niro. Eso es lo difícil, que un hombre se ponga en la mirada de una mujer y se entere por fin de algo".

Elsa Fernández-Santos. Cannes. El País, jueves 16 de mayo de 2024.

martes, 21 de mayo de 2024

Todas las caras de Ensor, al descubierto

Intriga (1980) de Ensor. © Colección del Museo Real de Bellas
Artes de Amberes.
Un variado programa de actividades revisa en 2024 en Flandes, con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento, las diversas facetas de James Ensor (1860-1949), uno de los principales representantes del arte flamenco de vanguardia, en cuya obra se dan cita el lirismo, el pesimismo, el humor, la voluntad de innovación y una desbordante imaginación. La celebración tiene tres sedes fundamentales: Ostende (su ciudad natal), Amberes y Bruselas. En la primera se ha llevado a cabo, desde diciembre de 2023 y hasta el 14 de abril, la exposición Rose, Rose, Rose, à mes yeux. James Ensor y la naturaleza muerta en Bélgica desde 1830 hasta 1930 (Mu. ZEE Ostende), y en marzo arrancó una muestra de autoretratos del artista (un género que ocupa un lugar especial en su obra) visitable hasta el 16 de junio en su casa, la James Ensorhuis, que del 19 de septiembre al 12 de enero de 2025 acogerá una exposición sobre su relación con la sátira, la parodia y el pastiche, con el humor como herramienta crítica. El calendario de actividades quiere reparar, desde distintos ángulos de lectura, en los múltiples perfiles del pintor.

Ostende es también la sede de un festival urbano polifacético que ofrece numerosas experiencias en torno al pintor, desde conciertos hasta degustaciones gastronómicas, visitas guiadas, paseos por la ciudad y actividades infantiles.

El KMSKA (Museo Real de Bellas Artes de Amberes) cuenta con la colección de obras de Ensor más amplia del mundo: 39 pinturas y 650 dibujos. Este centro será la sede, del 28 de septiembre al 19 de enero, de una de las mayores exposiciones celebradas en Bélgica sobre el artista: En tus sueños más locos. Ensor más allá del impresionismo. El visitante se sumergirá en el mundo de visiones salvajes, máscaras y sátiras de Ensor, mostrado aquí junto a obras de artistas internacionales que le inspiraron. Degas, Monet, Renoir y Pissarro resultaron fundamentales en su pintura.

El deseo de Ensor era nada menos que convertirse en el principal artista de vanguardia de Bélgica. En el período 1880-1885 acabó desarrollando su propia versión del impresionismo, que en realidad debía más al realismo de Courbet y Raffaëlli. Cuando vio las obras de los principales impresionistas franceses en 1886, decidió cambiar de rumbo por completo. Ese comienzo crucial marcó el verdadero comienzo de su variada obra. Su inclinación por lo extraño derivó en un lenguaje visual grotesco y muy personal.

El KMSKA también está realizando un estudio en profundidad de los procesos creativos de Ensor junto con el departamento de ciencias de la conservación y ciencias naturales de la Universidad de Amberes: el Ensor Research Projet. El Año Ensor tiene en esta ciudad otras citas relevantes. Por ejemplo, la exposición de la fotógrafa Cindy Sherman Anti-Fashion (del 28 de septiembre al 2 de febrero de 2025, en el museo FOMU), sobre la interacción entre arte y moda. Y un acercamiento a la obra gráfica de Ensor, States of imagination, en el Museo Plantin Moretus, del 28 de septiembre al 5 de enero.

Bruselas fue otra ciudad importante en la vida de Ensor. Estudió en la Real Academia durante tres años. Regresó a Ostende, pero mantendría un vínculo con la capital a lo largo de su vida. Dos actividades destacan en el calendario. Hasta el 2 de junio, la exposición James Ensor. Inspirado en Bruselas se celebra en la Biblioteca Real de Bélgica (KBR). También se puede visitar , hasta el 23 de junio, en el Bozar, la muestra James Ensor. Maestro, una amplia revisión que incluye desde obras de su juventud hasta sus últimas creaciones: óleos, obras sobre papel, grabados, manuscritos, fotografías y partituras. Ensor es mucho más que un pintor de máscaras y esqueletos. Como revela esta exposición , fue un talentoso escritor y también un gran melómano y compositor musical de obras como La Gamme d'Amour.

Alfredo Asensi. El Cultural, 26-4-2024.

lunes, 20 de mayo de 2024

"L'amour fou". La modernidad siempre vigente de Rivette

Fotograma de L'amour fou

En 1969 se estrenó L'amour fou. Singular en sus formas y en su metraje, rompía con cualquier convencionalismo incluso dentro de la operación de acceso al poder cinematográfico que supuso la nouvelle vague. Jacques Rivette, el más desconocido del núcleo duro de la nueva ola francesa, engendró una década después del inicio del movimiento una obra desmesurada, rodada en cinco semanas, que acabó durando más de cuatro horas.

La película nunca habría llegado a las salas comerciales españolas, y 55 años después de su estreno en Francia lo hace con una nueva restauración en 4k, presentada en la edición del Festival de Cannes de 2023.

Cámara en mano, Rivette captura el vértigo de la calle, el sonido de los cafés y el aliento de la vida con una película en torno al mundo del teatro. L'amour fou es al tiempo una reflexión sobre dos artes, el de la pantalla y el de las tablas, sobre su vivencia y su representación, y una impetuosa historia de pasión y dolor, de vanidad y locura, entre un hombre y una mujer: el director de la obra que se está ensayando, una versión libre de Andrómaca, de Jean Racine, y su actriz protagonista y esposa, que abandona el montaje y es sustituida por otra intérprete, antigua pareja del director. Dos tragedias sobre la fatalidad y la deslealtad, la de Racine y la de Rivette, que se funden con la apasionante sistemática formal y fotográfica del director francés, que introduce en la ficción a un equipo de rodaje de un documental sobre el propio montaje de Andrómaca, lo que hace que L'amour fou tenga, junto a los pasajes en 35 mm del desarrollo normal del relato, muchas secuencias rodadas en 16 mm, con una textura de grano grueso y una puesta en escena aún más rabiosa y ágil, que enciende el blanco y negro hasta una espectacular crudeza.

Los 255 minutos del proceso de deterioro de la pareja de L'amour fou, culminados en una parte final deslumbrante con el corte a negro como seña de identidad de estilo y de su pulsión sentimental, son una bella invitación al desconcierto. Su modernidad sigue vigente. Como el amor loco por el cine.

Javier Ocaña. El País, viernes 10 de mayo de 2024.

domingo, 19 de mayo de 2024

Cannes, una gran edición con escaso acento español

Fotograma del documental de Elena López Riera Las novias del sur

¿Habla Cannes español? De sobra es conocida la resistencia de Cannes a seleccionar cine español a concurso, pero es que en esta 77 edición la ausencia casi absoluta del habla hispana en la cita festivalera es especialmente remarcable. 

Elena López Riera regresará a Cannes (donde estrenó su corto Pueblo y su largo Agua) con el  documental Las novias del Sur (Semana de la Crítica), mientras que el madrileño Jonás Trueba competirá en el festival paralelo, hervidero del cine independiente con Volveréis. A falta de películas a concurso por la Palma de Oro, Juan Antonio Bayona participará como miembro del Jurado  Oficial, y Montxo Armendáriz acude a la cita gala para presentar la restauración de su clásico Tasio (1984), ejecutada por la Filmoteca Vasca. También Albert Serra, habitual del festival. estará presente, si bien como productor del nuevo trabajo de Alain Guiraudie, Miséricorde, que tendrá una sesión especial.

Autores Europeos.- El festival dará su pistoletazo de salida con la película inaugural The second Act, cine excéntrico donde los haya de la mano de Quentin Dupieux. A concurso, el Palais dará a luz un año más a las propuestas más personales de grandes autores del continente. Algunos de ellos como el griego Yorgos Lanthimos, en el marco de una producción de Hollywood con Kinds of Kindness. Además revelarán sus nuevos trabajos, entre otros, el francés Jacques Audiard (Emilia Perez), el italiano Paolo Sorrentino (Part-henope), el portugués Miguel Gomes (Grand Tour) y el ruso Kirill Serébrenikov perpetuando su épica distópica en Limonov: The Ballade of Eddie.

Secciones Paralelas.- Repartidas por las numerosas secciones paralelas y sesiones especiales del festival el espectador podrá disfrutar de los nuevos trabajos  de grandes cineastas como el ucraniano Sergei Loznitsa (The invasion), el haitiano Raoul Peck (Ernest Cole, Lost and Found), los franceses Leos Carax (C'est pas moi), Arnaud Desplechin (Spectateurs!) y Daniel Auteuil (Le fil), así como nada menos que las promesas de nueve debuts  entre la sección a concurso y Una cierta mirada. La siempre recomendable  Quincena de los realizadores da cabida este año  a los últimos trabajos de Patricia Mazuy (La prisionère de Bordeaux) y Thierry de Peretti (A son image) entre otros.

Clásicos recuperados.- El atracón del gran cine clásico y joyas recuperadas del olvido, en copias remasterizadas digitalmente o restauradas a partir de sus negativos originales, estará servido en la sección Cannes Classics. Se celebra el centenario de Columbia con la inmortal Gilda (1946, Charles Vidor) y Win Wenders presenta su inolvidable Paris, Texas (1984) cuando cumple 40 años, si bien son apenas dos muestras  de una amplia oferta que incluye  Los siete samuráis (1954) de Akira Kurosava, Los paraguas de Cherburgo (1964) de Jacques Demy, Napoleón (1927) de Abel Gance o Cuatro noches de un soñador (1971) de Robert Bresson.

Testamento Godard.- El último gran motivo para no perderse Cannes, para muchos quizá el único, será el estreno  de Scenarios, el título que eligió el genio francés para su última película, de 18 minutos, realizada literalmente el día antes de su muerte, hace casi tres años. Además, el autor franco-suizo realizó el filme de 34 minutos en el que, mezclando imagen fija y en movimiento  a la vez, entre la lectura y la observación señala las claves que han dirigido su inconmensurable testamento fílmico. 

Carlos Reviriego. El Cultural, 10-5-2024.

sábado, 18 de mayo de 2024

Los secretos que esconde la Torre Eiffel

Un día como hoy. Hace 135 años que la imponente estructura abría al público por primera vez, coincidiendo con la inauguración de la Exposición  Universal de París de 1889.

París no sería París sin la torre Eiffel, la imponente estructura que Gustave Eiffel construyó en tan solo dos años, dos meses y cinco días para que fuese el símbolo de la Exposición Universal de 1889 y que acabó convirtiéndose en el gran icono de la capital francesa e incluso de todo el país.

Coincidiendo con la inauguración del gran evento, la llamada entonces la Torre de los 300 metros, acogió a los primeros visitantes. Fue el 15 de mayo de 1889. El público, entusiasmado, no lo tuvo fácil. Los ascensores todavía no funcionaban y tuvieron que subir andando los 1710 peldaños del que era en aquel entonces el edificio más alto del mundo. El éxito fue rotundo. Durante la primera semana ascendieron a la cima unas 30.000 personas.

Figuras de cera de Eiffel con  T. Edison 
en su apartamento de la torre.

135 años dan para muchas historias y unos cuantos secretos. Quizá el más significativo sea el apartamento de unos 100 metros cuadrados que el ingeniero se hizo construir a unos 285 metros del suelo. No le faltaba nada: piano, mesa, sofá, cocina, lavabo y tres despachos. Eso sí, ninguna cama. Y es que el ingeniero lo utilizaba sobre todo para sus experimentos científicos y para recibir visitas como la de Edison  o Buffalo Bill.

Otro de los detalles que Eiffel imprimió en su gran obra es un friso que rodea el primer piso de la torre con el nombre de 72 sabios, escritos en letras mayúsculas doradas de 60 centímetros de alto para que pudieran ser leídas desde el suelo. Durante buena parte del siglo XX, estos nombres se taparon con pintura y no se recuperaron hasta en la década de los 80.

La torre Eiffel, que nació pintada de rojo, tenía los días contados. Al cabo de 20 años debía ser desmontada. Por este motivo, Eiffel se apresuró a darle varias utilidades aprovechando su altura, esos impresionantes 300 metros: desde experimentos científicos o meteorológicos y las primeras pruebas de telegrafía inalámbrica. En 1989 se instaló una primera estación transmisora. La primera de muchas. Y, de hecho, gracias a las antenas, la torre ha ido creciendo hasta alcanzar hoy en día los 330 metros.

Durante las guerras también jugó un papel relevante. En la Gran Guerra, gracias a las emisoras, se descifraron radiotelegramas enemigos que permitieron desenmascarar a espías, entre ellos a Mata Hari.

En la Segunda Guerra Mundial se habilitó un bunker bajo uno de los pilares y se invalidaron los ascensores para evitar que Hitler accediera a lo alto de torre en su visita a la ciudad.

Pero para muchos, su gran secreto es cómo una estructura de hierro con fecha de caducidad siga luciendo tan perfecta. Y la respuesta está en su constante mantenimiento. Cada siete años se raspa la pintura, se limpia la superficie a fondo y se le añade una nueva capa. Esto implica un año y medio de trabajo y 60 toneladas de pintura. Todo por una buena causa: que París siga siendo París con esa Torre Eiffel que reina en su skyline desde hace 135 años.

Silvia Colomé. La Vanguardia, 15-5-2024.

viernes, 17 de mayo de 2024

La danza rompe fronteras y se concentra en Madrid

La compañía Rosas, con Anne Teresa de Keersmaeker al frente, encabeza el cartel de Madrid en en Danza. Exit Above, pieza con la que la belga afianza su lugar como decana de la coreografía, podrá verse en los Teatros del Canal dentro del certamen que dirige Blanca Li y que arranca el día 9 con el Ballet Nacional de Marsella.

Anne Teresa de Keersmaeker (Malinas, Bélgica, 1960) afincó su compañía en Bruselas en 1983 mientras creaba la minimalista y poderosa pieza Rosas danst Rosas en las que filtraba su paso por la Escuela Mudra de Maurice Béjart en Bruselas y las postmodernistas enseñanzas de la Tisch School of the Arts (Universidad de Nueva York). Rosas fue compañía residente del Teatro de la Moneda (1992-2007) y en 1995 propició el centro de formación P.A.R.T.S.

Exit Above nació hace un año en el Teatro Nacional de Valonia-Bruselas con apoyo de Dance Reflections by Van Cleef & Arpels, Tax Shelter del gobierno belga y Casa Kafka Pictures-Belfius. "Tras el estreno viene una nueva fase. Una representación es material vivo que se transforma con el público. Los bailarines se han metido más en la obra, y la hacen más rigurosa y libre a la vez", explica Keersmaeker a El Cultural.

La pieza tiene decorados de Michel François, figurines de Aouatif Boulaich, iluminación de Max Adams y el apoyo del dramaturgo Wannes Gysselinck y el equipo de Rosas. "Tomo decisiones al principio del proceso y al final. El reto es hacer una obra de grupo en la se sienta el poder y la armonía de la comunidad en la que, a la vez, cada bailarín tenga individualmente su propia voz y se apoyen unos a otros", añade. La pieza combina música grabada de Jean-Marie Aerts con interpretación  en vivo de Meskerem Mees y Carlos Gabin, que quisieron participar en escena. "un lujo", afirma la coreógrafa. La identidad artística de Keersmaeker permanece y se renueva en cada una de las 65 obras que ha creado a lo largo de 45 años. "Es hacer que suceda y dejar ir... confiar en el proceso" (...)

Exit Above (en el Canal el 19 de mayo) recupera su my wailking is my dancing (mi caminar es mi danza) -uno de sus principios- en el Walking blues de Robert Johnson. El acto de caminar está ligado  a la verticalidad de la columna vertebral y se desarrolla de muchas formas", añade. Tuvo también presente el schubertiano Der Wanderer (el caminante ) conectado con el deambular y un explícito romanticismo que mira a la naturaleza, pero no sobrevivió al periodo del montaje...

Con una agenda trepidante, Keersmaeker se resiste a imaginar su futuro. "No sé. Me encanta bailar, me gustaría seguir. Vivimos una época muy confusa, llena de retos. ¿Qué lugar ocuparán las artes y la danza? ¿Seguirá la danza con su función curativa, un lugar donde la gente se reúne para compartir, celebrar, reflexionar, consolarse mutuamente? Me gustaría defenderla todo lo que pueda...

Elena Matamoros. El Cultural, 3-5-2024.

jueves, 16 de mayo de 2024

Hélène Fiscbach, Directora del "Quais du Polar"

 
         Hélène Fiscbach.  © Julien Verchère

Hélène Fiscbach (Lot y Garona, 45 años) lleva vinculada al Quais du Polar de Lyon desde la primera edición del festival que comenzó a dirigir en 2014 y que se ha convertido en la mayor reunión de autores, lectores y expertos de novela negra en Europa, o como dijo el escritor Bernard Minier "el Woodstock de la novela negra". Una gran fiesta de la lectura que celebra este año su vigésimo aniversario. La entrevista tiene lugar en el Palacio de la Bolsa, imponente edificio que se convierte en estos tres vertiginosos días de abril en el epicentro mundial  del género. Es viernes por la mañana, pero el recibidor central está ya abarrotado de lectores  (100.000 en esta edición) que serpentean entre las librerías en busca de una novela o aguardan largas colas para conseguir la firma de sus autores preferidos. El polar (como se conoce el género en Francia) vendió cerca de 33 millones de ejemplares en 2023. Y ella tiene algo de culpa.

P.- El Quais du Polar es un caso de éxito en el mundo de la gestión cultural. ¿Dónde está la clave?

R.- Es una mezcla interesante entre conferencias y firmas en la que los escritores son verdaderamente accesibles. Lectores y autores se saludan aquí como si nada. 

P.- ¿Qué le inspira este vigésimo aniversario?

R.- Es un festival que ha tratado desde el principio de renovar el público de los festivales de literatura para ir más allá de aquellos que ya estaban en las librerías habitualmente. Salimos a buscar un público menos lector abriéndonos al cine, al arte, a la música o la gastronomía y creo que ha funcionado.

P.- ¿El género negro sigue siendo considerado como literatura menor?

R.- La imagen ha cambiado radicalmente desde 2005: antes había grandes reticencias  en el mundo literario. Hace 20 años eran un grupo de lectores más cerrado, pero ahora más o menos todo el mundo lee de vez en cuando un polar. Y las fronteras tampoco están tan claras entre los escritores. Fíjese por ejemplo en Nicolas Mathieu o Pierre Lemaître, que empezaron en la novela negra antes de ganar el Goncourt.

P.- ¿Cuál es el perfil medio del lector que asiste al festival?

R.- Son mayoritariamente  mujeres, como creo que ocurre un poco en todas partes.

P.- ¿Y los jóvenes? ¿Cómo consiguen que se acerquen?

R.- Es más difícil, pero tanto en el festival como en los eventos que se desarrollan durante todo el mes tienen cada vez más importancia. Participan intensamente en las actividades interactivas como nuestros juegos e investigaciones sobre el terreno y agotaron en pocos minutos las reservas para ver el youtuber  experto en crímenes McSkyz, que ha publicado ahora su segundo libro.

P.- ¿El polar ha dado a las mujeres el espacio que se merecen?

R.- Todavía no, pero ha evolucionado mucho en los últimos años. El mundo de la edición es esencialmente femenino y eso se refleja  poco a poco en la presencia de más autoras. Además se va acabando con los tópicos de los personajes femeninos, que han dejado de ser la víctima o la mujer fatal, y hay cada vez más libros que abordan la violencia contra las mujeres desde una nueva perspectiva...

Juan Carlos Galindo. Lyon. El País, lunes, 8 de abril de 2024.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Amélie Oudéa-Castéra, Ministra francesa de Deporte y Juegos Olímpicos

Amélie Oudèa-Castéra. (Credit Photo:Icon Sports)

Faltan poco más de 100 días para París 2024: la recta final después de casi una década de preparativos. En la sede del Ministerio de Deportes francés y de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos reina la calma. Si hay nervios, no se notan. O la procesión va por dentro.

El 26 de julio es la ceremonia inaugural y, ante un acontecimiento lleno de peligros, y en un contexto internacional tenso, la máxima responsable de la cita olímpica en el Gobierno francés resume así su estado de ánimo: "Entusiasta, combativa, impaciente".

En su despacho la ministra francesa de Deportes y Juegos Olímpicos y Paralímpicos, Amélie Oudéa-Castéra anunció esta semana a El País y los medios de la red europea LENA que, a poco más de tres meses de la novedosa ceremonia inaugural con barcos en el río Sena, el Gobierno "sigue de cerca la evolución de la amenaza" y "se deja hasta el fin de la primavera para hacer ajustes eventuales". Aseguró que las escenas de caos y delincuencia en la final de la Champions Real Madrid-Liverpool de 2022 -un fiasco organizativo que no anticipaba nada bueno para los JJ OO- no se repetirán: "Aquella final había sido insuficientemente preparada y anticipada, y mal gestionada en el día D".

Oudéa-Castéra (París, 46 años) afirmó que, entre los riesgos, figuran los ciberataques y que el Gobierno se prepara "en caso de crisis significativa sobre los sistemas de información". Dijo que, ni en la ceremonia inaugural ni durante las competiciones se verán símbolos rusos ni bielorrusos: "Ni himno ni bandera". Defendió que el veto a los atletas de estos países - podrán participar bajo condiciones estrictas- no es aplicable a los israelíes, como piden algunos.

"Hay que ser a la vez respetuosos y comprensivos con las emociones de cada uno y, al mismo tiempo, reunir las condiciones para que, en este mundo fracturado, el deporte permita estas grandes citas alrededor de los valores de paz y concordia", dijo la ministra de los JJ OO. Y recordó que una resolución de la Asamblea General de ONU prevé una tregua olímpica, antes de añadir: "Queremos que sea respetada".

En la Francia de las huelgas y las manifestaciones -el verdadero deporte nacional, se dice a veces maliciosamente- y los violentos disturbios del año pasado, los Juegos "serán la ocasión de hacer nación por medio del deporte", dice. Es decir, de unir a los franceses, por ahora apáticos ante el acontecimiento, o quejosos (las polémicas sobre los  precios de las entradas o los transportes públicos son recurrentes), aunque ella está convencida de que, como ha sucedido en otras ocasiones, el entusiasmo prenderá cuando la llama olímpica empiece a recorrer el país y se aproxime la fecha.

Oudéa-Castéra fue una prometedora tenista, campeona juvenil. Colgó la raqueta para formarse en las instituciones de la élite francesa. En la Escuela Nacional de Administración coincidió con Emmanuel Macron. Alta funcionaria, y directiva empresarial y deportiva, es ministra desde 2022. A principios de 2024 asumió la cartera de Educación Nacional. Sus declaraciones sobre la escuela pública precipitaron su marcha a las pocas semanas. Ahora vuelve a ocuparse solo de su ministerio original, centrada de nuevo en los JJ OO que Francia organiza por primera vez en un siglo... 

Marc Bassets. París. El País, lunes 15 de abril de 2024.

martes, 14 de mayo de 2024

Beaufort, la escultura como tejido de vida

The Herring, la escultura de Johan Creten
 situada en la playa de Koksijde.

Nacida en 2003, la Trienal de Beaufort es uno de los certámenes de arte público más consolidado en el panorama internacional. Desde De Panne hasta Knokke-Heist, las instalaciones escultóricas del certamen recorrerán con sus diferentes propuestas toda la costa flamenca. El carácter temporal de la Trienal hace que varias de las intervenciones artísticas -que se instalan o bien sobre la playa o bien sobre un núcleo urbano de poblaciones costeras- se desmonten al finalizar el plazo indicado, pero algunas terminan formando parte del paisaje flamenco. 

Beaufort 24 se inauguró el pasado 27 de marzo y se prolongará hasta el 3 de noviembre de 2.024. Para esta octava edición de la Trienal la comisaria Els Wuyts invitó a 18 artistas internacionales: los belgas Filip Vervaet, Maëlle Dufour Johan Creten y Jef Meyer. el argentino Jorge Macchi, la española Selva Aparicio, la alemana Alexandra Bircken, el matrimonio angloargentino formado por Lucy+Jorge Orta, la neerlandesa Femmy Otten, el rumano Marius Ritiu, la finlandesa Sara Bjarland, la taiwanesa Pei-Hsuan Wang, el kosovar Driton Selmani, la polaca Monika Sosnowska, el galés Richard Deacon, el angloturco Ivan Morison y dos artistas franceses independientes, Romain Weintzem y Lucie Lanzini.

Ocho de estos trabajos formarán parte permanente  de lo que ya se conoce como el Parque Escultórico de Beaufort, que cuenta ya con 50 obras. Lo que caracterizó a la Trienal desde el primer momento fue su carácter cercano, accesible. Arte, incluso tocable. El ciudadano aprecia encontrarse rincones en los que el arte amplia la mirada o estimula la imaginación. En esta edición el lema es 'Tejido de vida'.

Ciñéndonos a las obras que perduraran más allá del final de la Trienal, el más famoso de los artistas presentes es el británico Richard Deacon, ganador del prestigioso premio Turner en 1987. Este interviene con N/E/W/S, una referencia tanto a las noticias que llegan de todas direcciones como a los cuatro puntos cardinales, en inglés, a los que mira, como una brújula, cada una de las caras de la obra.

El recorrido, visitable a pie, en bicicleta o en tranvía a través de distintos itinerarios, nos ofrece estampas sorprendentes, como la transformación que ha sufrido la plaza situada frente a la iglesia de San Pedro, en De Panne, donde Flip Vervaet ha instalado Staging Sea, una especie de pabellón en cuyo interior brota una fuente que conecta con el cercano océano y su chorro oscila en altura según sube o baja la marea...Ese mismo efecto es el que se produce en The Herring, la escultura de Johan Creten situada en la playa de Koksijde: con la marea alta, el agua del mar roza la base de la enorme estatua; con la marea baja, el mar queda a unos cuatrocientos metros de distancia. En una céntrica plaza de Ostende, Femmy Otten ha instalado Moeder, una estatua en mármol de una mujer embarazada, que representa exactamente, su propio embarazo durante la creación de la pieza.

En el muelle de Blankenberge se ha montado Attentifs ensemble, una estructura formada por ocho asientos de madera separados por tabiques de acero que recuerdan al estilo art nouveau, obra de Romain Weintzem diseñador de esculturas funcionales, que invita a ocho personas a sentarse a una al lado de la otra y a observar el paisaje desde ocho puntos de vista diferentes...

J. Rodríguez Lenin. El Cultural, 26-4-2024.


lunes, 13 de mayo de 2024

"Au fil des saisons"/Aquellos maravillosos días

Tres mujeres, tres generaciones y un encuentro en el drama, con una de ellas en tratamiento oncológico. Una casa en el campo, apostando por la agricultura ecológica, incluidas unas gallinas ponederos. La joven urbanita y recién ingresada en la universidad que acude unos días a cuidar de su madre y, al llegar se topa varias aves de corral correteando por la vivienda, cada una con su nombre. El shock es considerable, pero da comienzo un proceso de encuentros y desencuentros cuyo desenlace, no por previsible, tendrá el punto suficiente para hacer de Aquellos maravillosos años una de esas películas que cargan las pilas con una trama en la que irrumpe una abuela -desconocida para la nieta e ignorada por la hija por cosas del pasado- que supondrá un agradecido revulsivo del ambiente. A estas alturas de la historia del cine, es una gozada ver a Catherine Deneuve (1943), después de casi siete decenios ante las cámaras desde su primera aparición adolescente en Les Collégiennes (1957).

Para su segundo trabajo, los directores y guionistas Marco la Via y Hanna Ladoul optan por combinar dolor y comedia entre algodones costumbristas y en clave feminista, pero sin llegar a restregar el mensaje por los ojos del espectador. No solo la abuela muestra vitola de activista, también el retrato de la madre saliendo adelante como emprendedora en un marco de economía rural sostenible que no excluye reproches al sistema  -el cuestionable sacrificio masivo de animales que tuvo lugar por la gripe aviar, cuando la causa del problema está en su explotación industrial- o la nieta en su evolución personal e intelectual, encontrándose a sí misma y descubriendo a los suyos.

Es de agradecer que la escasa presencia masculina evite el tópico y la caricatura, como también unas pizcas de humor para redondear un filme que reivindica la sencillez y un aquel de bucólico, que en la vida no todo son lágrimas a calderos ni liarse a garrotazos.

M.A. Fernández. La Voz de Galicia, sábado 11 de mayo de 2024.

domingo, 12 de mayo de 2024

Judith Butler:"Todo el mundo teme al género"

Judith Butler
De lejos impone. El impacto de su obra en el debate político, raro en alguien de la academia. La prosa críptica. El estatus de símbolo en el que adoradores y enemigos proyectan sus fantasmas. Judith Butler (Cheveland, 68 años), es una de las figuras intelectuales más influyentes de nuestro tiempo. De cerca, es otra cosa. Aparece una persona menuda y de aspecto frágil en la puerta de La Coupole, la vieja brasserie de escritores y artistas en el parisiense bulevar Montparnasse. En la conversación se descubre como una mente de acero, implacable, no deja pasar una. También irónica, sarcástica. Ligereza y sesuda seriedad. La profesora de la Universidad de Berkeley, California, que está en París porque ha participado en un ciclo en el Centre Pompidou, además de abrir el género, ha escrito ensayos sobre la violencia por parte de los Estados, la resistencia o el dolor, entre otros temas. 

Butler, que se registró hace unos años como persona no binaria en California, explica cuando se le pregunta por los pronombres: "Es una forma de solidaridad con los otros elles (theys, en inglés) del mundo". Cuando le decimos que la Real Academia Española no admite el pronombre elle, y le preguntamos qué hacer, responde: "Mencione esta norma, si EL PAÍS quiere estar en conformidad con la Real Academia, pero ponga que es consciente de que no es correcto respecto a mí. Depende de usted. No soy la policía. No voy a decir: 'Haga esto'.

Elle, pues, acaba de publicar ¿Quién teme al género? (Paidós, 2024, traducción de Alicia Martorell Linares), quizá el más accesible de sus libros desde que irrumpió en 1990 con El género en disputa, escrito en una jerga que espantaba a muchos lectores, un estilo que defendía diciendo que "sería un error pensar que la gramática heredada es el mejor vehículo para las ideas radicales". Ahora opta por una mayor claridad: "Si hubiese sabido que El género en disputa tendría una audiencia amplia, probablemente lo hubiera escrito de otra manera".

P.- Hablaba en El género en disputa de su tío "encarcelado debido a su cuerpo anatómicamente anómalo". ¿Cómo influyó en su manera de entender el género?

R.- Yo no era consciente, cuando crecía de que tenía ese tío. Nunca le vi. Mi madre nos decía que le mandaron a otro lugar, que no era capaz de pensar ni hablar, que no era comunicativo y que no podríamos visitarlo. Cuando murió, un primo mío descubrió que sí hablaba y que podríamos haberlo conocido. Mi tío no desarrolló rasgos sexuales y mentales considerados normativos, y mi familia se avergonzaba de él, y le mandaron a una institución para personas desafiadas psicológicamente.

P.- ¿Cómo era su familia?

R.- Mis padres y abuelos, especialmente mis abuelos se esforzaban por asimilarse a las normas culturales de Estados Unidos. Venían de Europa oriental y, al menos en el lado de mi madre, muchas personas en su familia eran judíos que fueron asesinados por los nazis. Así que a mi familia les preocupaban las apariencias. Copiaban las figuras de Hollywood y querían tener un aspecto  muy americano, muy chic y elegante. El género era importante. Crecí en este mundo de secretos e ideales de género. Y supongo que así empecé a pensar en la crueldad de las normas de género  y en lo importante que es la libertad de género, la libertad de producir un mundo en el que las personas que no siempre encajan en la norma son libres de vivir y respirar, y ser aceptadas y amadas y reconocidas por ser quienes son, sin discriminación ni patología (...)

P.- Entonces ¿quién teme al género?

R.- Todo el mundo.

P.-¿Todo el mundo? ¿De verdad?

R.- Sí, eso creo (estalla en una carcajada).  Se supone que soy intelectual y hablo con seriedad. Lo soy, por cierto.

P.- ¿Por qué dice que todo el mundo lo teme?

R.- Si Georgia Meloni dice que estos ideólogos del género te quitarán tu identidad sexual, suena terrorífico. La Mayoría de las personas quiere saber que su identidad sexual es firme y que nadie le puede quitar su estatus legal como hombre o mujer. Meloni lo dice porque quiere quitar la identidad sexual de las personas trans, les quiere quitar el derecho legal de autodesignarse  una identidad sexual... La verdad es que a todos, en relación con nuestro sexo o género, sea cual sea el lenguaje que usemos, se nos puede hacer sentir ansiedad al respecto...

Marc Bassets. París. El País, 5 de mayo de 2024.

sábado, 11 de mayo de 2024

Lionel Jadot. Arquitecto de interiores. El político de la artesanía

Lionel Jadot
Lionel Jadot está detrás del nuevo Hotel Mix de Bruselas y de Zaventem Ateliers, un estudio que reúne a modo de gremio medieval a artistas y artesanos.

Desde junio de 1970, el edificio de la antigua aseguradora Royale Belge es tan distintivo del paisaje urbano como el mismísimo Atomium. Una mole de acero patinable y cristal tintado en bronce - 54.000 metros cuadrados de superficie, casi 51 de alto-, proyectada tres años antes por el belga René Stapels (en su país, si es funcionalista o posmodernista seguro que la construcción  lleva su sello) y el francés Pierre Dufau (el arquitecto encargado de la reconstrucción de Amiens tras la Segunda Guerra Mundial) como sede de la aseguradora. Y así cumplió durante casi medio siglo con su brutal geometría dominando el bulevard Souverain, hasta que en 2018 perdió su función. El cuerpo diplomático estadounidense lo consideró entonces para una mudanza de embajada, pero como no había manera de blindar tamaña jungla de cristal acabó desistiendo. Dos años más tarde el empresario hostelero Jean-Michel André le echó el ojo y lo vio claro, aquel tenía que ser el destino bruselense definitivo, la joya de la corona de su cadena hotelera, The Limited Edition, que inauguró el Monty Small Desing en 2002. Tenía 18 habitaciones. La nueva madre nodriza, Mix, suma 180.

Inaugurado en el pasado julio, Mix da respuesta con creces a la experiencia actual de pernoctación en clave sociocultural y el alojamiento como estilo de vida. Llamarlo hotel es quedarse corto: habitaciones y suites aparte, la mole acoge tres restaurantes (operados por el grupo francés Moma), un balneario/centro de salud y belleza, un gimnasio para 4.000 socios, un espacio de trabajo compartido, salas de reunión y conferencias y un food market pantagruélico en la planta baja con una decena de puestos de comida, café y bar repartidos en 1.800 metros cuadrados (Fox, "zorro" lo han bautizado, en referencia al tono rojizo de la fachada) Y eso que es solo un cuatro estrellas. En total, se ha sacado provecho  de cerca de 25.000 metros cuadrados de la edificación, de planta cruciforme, remozados por un equipo de arquitectos integrado por el estudio londinense Caruso St John y los locales Bovenbouw Architectuur, DDS+ y MA2. Sin embargo, ya nadie habla del exterior. Ahora, todo el mundo quiere saber del interior.

Se ha dicho: Mix no está decorado, está esculpido. "La idea era crear algo totalmente diferente, tan distinto que desde que pones un pie en el lobby percibes que nada es normal", explica Lionel Jadot, ideólogo de todo lo que hay dentro del complejo hotelero/hostelero, un genuino resort urbano. Llamarlo arquitecto de interiores también es quedarse corto: artesano y artista (ha hecho incluso sus pinitos como cineasta, con dos cortos dirigidos) he aquí un tipo hecho a sí mismo que no ha perdido un ápice de espíritu aventurero a sus 53 años: "Acometer un proyecto de semejante envergadura es una aventura muy loca, pero ahí está la gracia, ¿no?" Como todos los bruselenses, Jadot era consciente de la magna silueta funcionalista  que recota la línea del horizonte sur de la ciudad -de pequeño pasaba por delante cada viernes, en el coche de su madre camino a casa de su abuela, recuerda-, pero se le escapaba su dimensión real. "Gran parte de mi trabajo consiste en afrontar retos y resolver problemas", concede. "Y a mí me encanta encontrar soluciones . Al fin y al cabo, la vida es eso", remata.

Hacerse cargo del interior del Mix le ha permitido, en cualquier caso, poner en práctica su teoría de que el diseño también es política. "Todo lo que hay en él, del mobiliario a los elementos meramente decorativos, se ha concebido, trabajado y producido en un radio de 55 kilómetros. No hay nada encargado o pedido fuera, que venga de China", revela. Antes que la belleza, la extravagancia, la modernidad o incluso la autoría más o menos célebre de las piezas, lo que ha generado titulares de rendida admiración ha sido la participación de medio centenar de artistas artesanos locales. Se trata, claro, de una declaración de intenciones de Jadot frente al adocenamiento estético hotelero exacerbado por vía digital instragameable, la ausencia de inspiración, la baratura y la obsolescencia decorativas, líneas rojas que alienta a su equipo a no traspasar. "Intentamos que nuestros proyectos tengan alma, que se perciba que hay gente de verdad involucrada. Para mí es muy importante que haya una historia  detrás de los miles de elementos que conforman un espacio, que son miles de historias  que siento la necesidad de compartir. El diseño es una herramienta de comunicación", dice. Y continúa: "Es fácil perder la perspectiva con encargos tan monumentales y olvidarte de los pequeños detalles capaces de crear algo tan intangible como una atmósfera. Yo procuro que no se me escapen porque esas pequeñeces, sea la forma de una lámpara o la elección de un material, son las que consiguen arrancarte una sonrisa y decir 'ah, qué bien se está aquí'. Esa es mi filosofía en términos de hostelería"...

Rafa Rodríguez. El País Semanal, 11 de febrero de 2024.