Recala Dicker en España en la gira de lanzamiento de su octava novela. Como todas la anteriores afirma haberla escrito "sin un plan previo". No quiere que se piense que la ausencia de planificación es una virtud o algo extraordinario. No va de sobrado y asegura que "no tener un plan forma parte del placer de escribir". Son cinco los personajes principales de Un animal salvaje, todos conectados con el atraco de una lujosa joyería en Ginebra, milimétricamente planificado para ser ejecutado en 420 segundos. Todos forcejean una tela de araña que se hace más tupida en torno a la planificación y ejecución del atraco en el que confluirán los buenos y los malos.
Un secreto celosamente guardado como siempre en sus novelas, es de nuevo el alma del relato y el motor de esta ficción . "Todos tenemos secretos, cualquier ser humano los tiene", reconoce Dicker, para quien "la literatura es desvelar secretos, generar esa resonancia que haga que el lector se interrogue por sus propios secretos". Mago del crimen, aborda otra "gran cuestión": las apariencias, las caretas sociales, y la delgada línea entre la vida pública y laprivada en la que se mueve el acomodado matrimonio Braun , sobre el que arma una compleja maquinaria narrativa en la que encaja a otra pareja , los Liégan, y a un quinto personaje, la Fiera, un romántico mago del crimen que prenderá la llama para que la historia explote.
Los Braun, Sophie y Arpad viven en una suntuosa casa de cristal en un barrio elegante de la periferia de Ginebra. Sus vecinos Greg y Karine habitan un modesto adosado que no encaja en ese entorno lujoso y paradisíaco. "Sus dos escenarios están en conflicto y expresan la tensión de clases sociales que hay en la novela", dice el autor de una ficción en la que nada es lo que parece.
Es la segunda novela que ambienta en su Ginebra natal. "La ciudad es un personaje más. Se piensa que es una de las capitales del mundo, como Londres o París, pero solo tiene 300.000 habitantes", señala. Al contrario que tantos autores de intriga que hablan e interactúan con policías, forenses e incluso con criminales, Dicker no se ancla en la realidad y lo cifra todo a su poderosa imaginación... "La realidad puede ser inspiradora, aunque la ficción puede generar realidad. Si algo debe quedar muy claro es que una novela es ficción, una invención. Un ejercicio de libertad que tiene algo de salvaje", apunta el escritor.
Miguel Lorenci. Colpisa. La Voz de Galicia, domingo 14 de abril de 2014.
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