lunes, 20 de mayo de 2024

"L'amour fou". La modernidad siempre vigente de Rivette

Fotograma de L'amour fou

En 1969 se estrenó L'amour fou. Singular en sus formas y en su metraje, rompía con cualquier convencionalismo incluso dentro de la operación de acceso al poder cinematográfico que supuso la nouvelle vague. Jacques Rivette, el más desconocido del núcleo duro de la nueva ola francesa, engendró una década después del inicio del movimiento una obra desmesurada, rodada en cinco semanas, que acabó durando más de cuatro horas.

La película nunca habría llegado a las salas comerciales españolas, y 55 años después de su estreno en Francia lo hace con una nueva restauración en 4k, presentada en la edición del Festival de Cannes de 2023.

Cámara en mano, Rivette captura el vértigo de la calle, el sonido de los cafés y el aliento de la vida con una película en torno al mundo del teatro. L'amour fou es al tiempo una reflexión sobre dos artes, el de la pantalla y el de las tablas, sobre su vivencia y su representación, y una impetuosa historia de pasión y dolor, de vanidad y locura, entre un hombre y una mujer: el director de la obra que se está ensayando, una versión libre de Andrómaca, de Jean Racine, y su actriz protagonista y esposa, que abandona el montaje y es sustituida por otra intérprete, antigua pareja del director. Dos tragedias sobre la fatalidad y la deslealtad, la de Racine y la de Rivette, que se funden con la apasionante sistemática formal y fotográfica del director francés, que introduce en la ficción a un equipo de rodaje de un documental sobre el propio montaje de Andrómaca, lo que hace que L'amour fou tenga, junto a los pasajes en 35 mm del desarrollo normal del relato, muchas secuencias rodadas en 16 mm, con una textura de grano grueso y una puesta en escena aún más rabiosa y ágil, que enciende el blanco y negro hasta una espectacular crudeza.

Los 255 minutos del proceso de deterioro de la pareja de L'amour fou, culminados en una parte final deslumbrante con el corte a negro como seña de identidad de estilo y de su pulsión sentimental, son una bella invitación al desconcierto. Su modernidad sigue vigente. Como el amor loco por el cine.

Javier Ocaña. El País, viernes 10 de mayo de 2024.

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