Thomas Lilti |
La atípica trayectoria del director francés tuvo una consecuencia obvia en su segundo trabajo, ahora ya convertido en único: Lilti sabía de lo que hablaba. Así surgieron las notables Hipócrates, historia sobre las dimensiones científica, ética y social de la medicina, ambientada en un centro de urgencias; Un doctor en la campiña (2016) acerca de la relevancia del trato y de psicología de sabio del terruño para el ejercicio de la medicina entre los achaques de los lugareños; y Mentes brillantes (2018) en la que volvió la vista atrás hacia el crudo proceso de criba estudiantil.
El poso humanista del cine de Lilti, amparado por el trabajo, el sacrificio, la vocación y la conciencia social, aunque desplegado sin homilías laicas, sigue presente en su nueva película, pero esta vez desde otro terreno, el de la educación. Los buenos profesores es la versión escolar de sus títulos sobre la medicina. El conmovedor retrato del microcosmos de un instituto público consagra la relevancia social de los docentes, un colectivo que, desgraciadamente, no siempre es reconocido como se debe.
Las interpretaciones comandadas por los magníficos Vincent Lacoste, François Cluzet y William Lebghil, y su facilidad para la verdad en esas circunstancias de nervio vital en la que todo puede encumbrarse o hundirse, lo confirman como uno de los mejores exponentes de lo que puede hacer el cine por la estimación y la promoción del mejor sistema público.
J. O. El País, viernes 17 de mayo de 2024.
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