miércoles, 22 de mayo de 2024

El "Me Too" francés

Judhith Godrèche en la presentación de su corto Moi Aussi en
el Festival de Cannes.

Cuando estalló el Me Too en 2017 tras las denuncias contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, Francia no ocultó sus recelos. En una carta pública, más de un centenar de mujeres del mundo de la cultura, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, expresaron sus reservas ante las denuncias que llegaban desde Estados Unidos. Un texto simplista que convertía a las estadounidenses en puritanas frente a las europeas, una falsa dicotomía que siete años después ha quedado zanjada. El Me Too ha llegado a Francia pero con una fuerza amplificada en la 77ª edición del Festival de Cannes, que ha intentado en vano mantenerse estos años  al margen de un movimiento histórico.

Moi Aussi (Me Too) es un cotometraje de diez minutos dirigido por la actriz Judhith Godrèche cuya relevancia es más social que cinematográfica. Se proyectó como prólogo de la pelíula inaugural -la islandesa Ljósbrot, de Rúnar Rúnarsson- de la sección Una Cierta Mirada y responde, según Godrèche. a la promesa que le hizo a las 5.000 víctimas  que contaron con ella entre el 7 de febrero -cuando denunció que fue violada y agredida cuando era una adolescente por los directores Benoît Jacquot y Jacques Doillon, que niegan los hechos- y el 23 de marzo. Ese día convocó a todos los que habían contactado con ella: de las 5.000 personas, acudieron a la cita unas mil, la mayoría mujeres, de todas las edades y condiciones.

El cortometraje empieza con un plano de los ojos de la hija de la directora, Tess Barthélémy, que se pasea vestida de blanco entre las personas que escribieron a Godrèche. Barthélémy interpreta una coreografía un tanto simplona que juega con los ojos que no ven y la boca que calla mientras se abraza o da la mano a las víctimas y se escucha una polifonía de voces que relatan los abusos que sufrieron. "Mi tío", "Un amigo de mi padre", "Mi hermano", "Mi jefe", "Un actor famoso", "Un desconocido"... "a los seis años", "a los ocho", "a los 13", "a los quince"... Algunas de las mujeres filmadas se ocultan la cara con la capucha de sus abrigos, o con gafas de sol, otras, las más mayores, dan la espalda a la cámara, pero la mayoría mira de frente.

La idea de Godrèche se salva cuando se apagan la música, las palabras y el baile y el millar de personas recorre en silencio la avenida de París en un plano secuencia en el que va desfilando frente al objetivo. Ese largo instante protagonizado por una multitud con la cabeza alta sí resulta rotundo y emocionante. Godrèche se ha convertido en la principal impulsora de un movimiemto que en Francia comenzó cuando la actriz Adèle Haenel abandonó los premios César de 2020 como señal de protesta contra los aplausos al cineasta Roman Polanski, galardonado entonces por El oficial y el espía. 

Hace unos días, le preguntaron a Godrèche por unas declaraciones algo torpes del actor Vincent Lindon, que pedía "una hoja de ruta" para comprender mejor a las mujeres víctimas de agresiones sexuales. La atriz respondió entre risas que la frase de Lindon delata el fondo de tantos hombres, su incapacidad de ponerse en el lugar de ellas. Algo que repitió ayer la actriz estadounidense Meryl Streep en un encuentro con el público: "Ningún hombre ve El cazador (la película de 1978 de Míchel Camino) y se identifica conmigo. En cambio las mujeres, sí nos identificamos con el personaje de Robert de Niro. Eso es lo difícil, que un hombre se ponga en la mirada de una mujer y se entere por fin de algo".

Elsa Fernández-Santos. Cannes. El País, jueves 16 de mayo de 2024.

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