Judith Butler |
Butler, que se registró hace unos años como persona no binaria en California, explica cuando se le pregunta por los pronombres: "Es una forma de solidaridad con los otros elles (theys, en inglés) del mundo". Cuando le decimos que la Real Academia Española no admite el pronombre elle, y le preguntamos qué hacer, responde: "Mencione esta norma, si EL PAÍS quiere estar en conformidad con la Real Academia, pero ponga que es consciente de que no es correcto respecto a mí. Depende de usted. No soy la policía. No voy a decir: 'Haga esto'.
Elle, pues, acaba de publicar ¿Quién teme al género? (Paidós, 2024, traducción de Alicia Martorell Linares), quizá el más accesible de sus libros desde que irrumpió en 1990 con El género en disputa, escrito en una jerga que espantaba a muchos lectores, un estilo que defendía diciendo que "sería un error pensar que la gramática heredada es el mejor vehículo para las ideas radicales". Ahora opta por una mayor claridad: "Si hubiese sabido que El género en disputa tendría una audiencia amplia, probablemente lo hubiera escrito de otra manera".
P.- Hablaba en El género en disputa de su tío "encarcelado debido a su cuerpo anatómicamente anómalo". ¿Cómo influyó en su manera de entender el género?
R.- Yo no era consciente, cuando crecía de que tenía ese tío. Nunca le vi. Mi madre nos decía que le mandaron a otro lugar, que no era capaz de pensar ni hablar, que no era comunicativo y que no podríamos visitarlo. Cuando murió, un primo mío descubrió que sí hablaba y que podríamos haberlo conocido. Mi tío no desarrolló rasgos sexuales y mentales considerados normativos, y mi familia se avergonzaba de él, y le mandaron a una institución para personas desafiadas psicológicamente.
P.- ¿Cómo era su familia?
R.- Mis padres y abuelos, especialmente mis abuelos se esforzaban por asimilarse a las normas culturales de Estados Unidos. Venían de Europa oriental y, al menos en el lado de mi madre, muchas personas en su familia eran judíos que fueron asesinados por los nazis. Así que a mi familia les preocupaban las apariencias. Copiaban las figuras de Hollywood y querían tener un aspecto muy americano, muy chic y elegante. El género era importante. Crecí en este mundo de secretos e ideales de género. Y supongo que así empecé a pensar en la crueldad de las normas de género y en lo importante que es la libertad de género, la libertad de producir un mundo en el que las personas que no siempre encajan en la norma son libres de vivir y respirar, y ser aceptadas y amadas y reconocidas por ser quienes son, sin discriminación ni patología (...)
P.- Entonces ¿quién teme al género?
R.- Todo el mundo.
P.-¿Todo el mundo? ¿De verdad?
R.- Sí, eso creo (estalla en una carcajada). Se supone que soy intelectual y hablo con seriedad. Lo soy, por cierto.
P.- ¿Por qué dice que todo el mundo lo teme?
R.- Si Georgia Meloni dice que estos ideólogos del género te quitarán tu identidad sexual, suena terrorífico. La Mayoría de las personas quiere saber que su identidad sexual es firme y que nadie le puede quitar su estatus legal como hombre o mujer. Meloni lo dice porque quiere quitar la identidad sexual de las personas trans, les quiere quitar el derecho legal de autodesignarse una identidad sexual... La verdad es que a todos, en relación con nuestro sexo o género, sea cual sea el lenguaje que usemos, se nos puede hacer sentir ansiedad al respecto...
Marc Bassets. París. El País, 5 de mayo de 2024.
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