martes, 19 de agosto de 2025

"Imágenes indóciles": Arlés celebra la fotografía más desobediente

'Tajeew, la serpiente' 2020, del mexicano de
 Octavio Aguilar. (Enrique Macias Martínez)
La imagen del cartel de la nueva edición de los Encuentros de Arlés, el mayor festival de fotografía de Europa, no deja lugar a dudas. En medio del desierto australiano, un niño aborigen posa en traje de superhéroe, con la capa al viento y los pies firmes sobre un coche desvencijado. El retrato, obra de los fotógrafos Tony Albert y David Charles Collins, pertenece a la gran exposición antológica dedicada este año a Australia. Es todo un manifiesto visual para presentar el festival, que tiene lugar hasta el 5 de octubre en la ciudad francesa. Su misión: devolver la voz a los pueblos silenciados y revisar las memorias fracturadas del siglo XX. 

Entre las 47 muestras que propone la cita fotográfica, repartidas en 26 edificios históricos, abundan los fotógrafos surgidos de pueblos autóctonos. Por ejemplo, el mexicano Octavio Aguilar, ganador del premio Découverte Louis Roederer. Su exposición parte de un gesto performativo: reapropiarse del encuadre como estrategia de resistencia simbólica, reinventando un paisaje que la mirada occidental convirtió en mero decorado. A través de conversaciones con su abuela y otros miembros de la comunidad indígena de Santiago Zacatepec, en Oaxaca, reconstruye relatos orales sobre la cosmogonía indígena. En las imágenes, sus amigos interpretan estos personajes siguiendo los códigos visuales del imaginario ayuuk. Se regenera así una memoria colectiva sepultada por la colonización. 

Una y otra vez, las fotografías de esta 57ªedición, titulada Imágenes indóciles, nos conducen a los márgenes. Una exposición recupera el archivo de dos fotógrafos, Joao Mendes y Alfonso Pimenta, que desde los setenta han documentado la vida cotidiana en Serra, una de las mayores favelas de Belo Horizonte, en Brasil. De la fotografía documental a la de archivo, las formas son cambiantes y proceden  de geografías y realidades diversas, pero el gesto es compartido. Responde a un movimiento social de gran calado: desmontar el relato hegemónico y cuestionar quién tiene derecho a mirar y de qué manera.

En otros rincones, hay adolescentes desviadas y encerradas en instituciones, niños abandonados, personas racializadas y queer  en lucha por una visibilidad plena. En una capilla del centro, la muestra Futuros ancestrales reivindica el trabajo de artistas que denuncian  la violencia histórica contra los afrobrasileños, los indígenas y el colectivo LGTBIQ+ en la Amazonia. El testimonio político no eclipsa al objeto plástico. "Es importante hacernos eco de lo que ocurre en el mundo, pero sin olvidar la calidad artística de los proyectos, que sigue siendo el primer criterio", afirma el director del festival, Christoph Wlesner (...) d

En el cruce entre performance ante la cámara y denuncia militante, destaca la propuesta de Brandon Gercara, artista drag de la isla La Reunión, que retrata a sus coetáneos queer del Sur Global en retratos cargados de misterio y sensualidad. Pero nadie encarna esa fusión de intimidad y resistencia como Nan Goldin, una pionera en estos asuntos. En la penumbra del iglesia de Saint Blaise, la fotógrafa estrena Stendhal Syndrome, una pieza febril acompañada de la música hipnótica de Soundwalk Collective...

Goldin, la semana pasada, al recibir el premio en el Teatro Antiguo de la ciudad, subió al escenario junto al escritor Édouard Louis para denunciar la ofensiva contra las personas trans en EE UU y la situación en Palestina...

Varios proyectos apuntan el declive del imperio estadounidense. En 1954, la fotógrafa Berenice Abbot recorrió la mítica Ruta 1, la carretera más antigua de EE UU, que une las antiguas 13 colonias desde el norte de Maine hasta los cayos de Florida. Sus fotografías retrataron un país en plena transformación, donde los viejos paisajes rurales  dejaban lugar a una industria exuberante y a una población diversa  y enfrentada a una persistente desigualdad. Más de medio siglo después las fotógrafas  Anna Fox y Karen Knorr retomaron el mismo itinerario entre 2016 y 2024. Sus fotos muestran un país en declive: casas deshabitadas, jardines con pancartas a favor de Trump y banderas por todas partes, síntomas del nacionalismo febril que ha sustituido a la vieja promesa del sueño americano.

El certamen se ha convertido en una referencia para entender el mundo a través de las imágenes . Durante la semana de apertura, reservada a los profesionales, el número de visitantes aumentó un 15% con respecto a 2024, alcanzando las 23.000 personas. Al final del verano se espera  que la cifra roce las 200.000. Con todo, el festival también despierta críticas por su impacto en la ciudad. El 24% de sus habitantes vive por debajo  del umbral de pobreza mientras Arlés se gentrifica a marchas forzadas. En la entrada de la ciudad, una pared cubierta de casilleros para llaves de apartamentos turísticos ilustra otra realidad.

Álex Vicente, Arlés. El País, viernes 13 de julio de 2025.

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