martes, 26 de agosto de 2025

Joan Miró. Paisajes lunares en la isla estrella

Paysage (Paisage au coq) de Miró, 1927 (Foto: Robert Bayer)

Entre el signo y el sueño, los paisajes emocionales de Joan Miró despiertan en la mayor exposición dedicada al artista en Palma de Mallorca: Paysage Miró. Una poética radical desplegada en cuatro sedes entre azules cerúleos y gestos que nacen de la tierra que le inspiró para reimaginar el mundo.

En 1978 se celebró una exposición histórica en Palma de Mallorca por el 85 aniversario del nacimiento de Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma de Mallorca, 1983). La muestra celebrada en La Llotja y en el Palau Solleric tuvo una enorme repercusión con más de 60.000 visitantes en dos meses; una cifra récord para la isla de entonces. 

Casi medio siglo después, cuando el artista hubiera cumplido los 132 años, se celebra, de nuevo una macroexposición -el proyecto  mironiano más ambicioso en las Baleares- con más de un centenar de pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos y documentos que se despliegan a lo largo de cuatro sedes de la ciudad, como homenaje  a aquella exposición del 78. Miró se convierte en paisaje balear llenando sus calles de estrellas, lunas y sueños de formas orgánicas  de colores primarios. Su vínculo con el territorio y con su luz ("una luz que hace cantar los colores", como él afirmó) es el punto de partida de este proyecto fruto de un excelente trabajo institucional entre los directores y comisarios de la muestra (a partir del 30 de julio): David Barro (director de Es Baluard Museu), Carmen Fernández (conservadora de escultura  e instalaciones del Museo Reina Sofía), Antònia María Perelló (directora de la Fundació Miró Mallorca) y Fernando Gómez de la Cuesta (director del Casal Solleric), además de convertirse  en sustrato para la candidatura  de Palma de Mallorca como Capital europea de la Cultura 2031).

Cartografía del  Paisaje.

Paysage Miró, como así han titulado el proyecto, se despliega en cuatro puntos. En la Llotja, La força inicial está dedicada a su escultura en bronce y conecta su trabajo tridimensional con la escultura moderna de Jean Arp, Giacometti o Picasso en piezas negras y sinuosas. La Fundación Miró de Mallorca presenta La Guspira mágica, un retrato más íntimo y biográfico a través del que podemos profundizar en sus relaciones  personales y artísticas mediante cartas, material documental y obra plástica de Picasso, Calder, Klee, Giacometti, Braque o Léger, quienes fueron interlocutores creativos del artista. Es Baluard  centra el foco en lo pictórico. Pintar entre les coses incide en su personal modo de articular la "antipintura", una investigación que deconstruía los códigos artísticos de la época para explorar nuevas técnicas y modos de hacer que implicaban el trabajo gestual, el signo y la materia, abriendo camino para los expresionistas abstractos, el arte conceptual y, en definitiva, para un arte más libre.

Después de vivir en París y militar en el surrealismo, comienza a pegar papeles, lija, cuerda, cartón, a rasgar tela, a quemarla, y a trabajar sobre materias "pobres": masonita, arpillera, cartón piedra. A veces  pinta el reverso y cuelga el lienzo al revés, otras, recorta, fragmenta y los enmarca como "pinturas-objeto". Trabaja la intuición de que el soporte vale tanto como la imagen, subvirtiendo el lienzo en blanco de la tradición academicista. 

Por último, Miró vuelve al Casal Solleric 46 años después, con El colori y la seca sombra, un relato que incide en su fascinación por ciertos objetos totémicos, por el arte popular y primitivo.

El valor de una montaña.

El artista siempre ha manifestado una exacerbada sensibilidad por la naturaleza, tomándola como inspiración: "El espectáculo del cielo me sobrecoge. Me sobrecoge ver , en un ciel inmenso , la media luna o el sol. Ahí, en mis cuadros, formas diminutas en enormes espacios vacíos. Espacios vacíos, horizontes vacíos, llanuras vacías: todo lo que está desnudo siempre me ha impresionado mucho", afirmó el pintor.

Su imaginario nace de los ídolos talayóticos baleares, de la artesanía campesina, también de la tierra roja de la masía de Mont-Roig, madurando en las vanguardias parisinas. Para Miró, el arte es una continuación  de los rituales primigenios, de lo atávico junto a lo surreal y lo onírico. Su trabajo enuncia una personal síntesis entre lo local y lo universal e intenta devolver la mirada del espectador  a un estadio infantil.

Paysage Miró constituye un ejercicio curatorial exhaustivo que sitúa su producción en un marco de lectura actualizado. Y su obra, cultivada como un jardín, resplandece como los agrestes paisajes baleares al caer el sol.

María Marco. El Cultural, 25-7-2025.

No hay comentarios:

Publicar un comentario