viernes, 17 de octubre de 2025

Jonathan Anderson. Su debut en Dior

Muestra de la colección para Dior e Jonathan Anderson.
(Launchmetrics)

No hay mucho más que contar del New Look que Christian Dior lanzó en 1947, aunque quizá sea pertinente señalar  que aquel traje de cintura estrecha y metros de tela devolvió a París su posición como garante de la elegancia y el buen gusto. Desde entonces por la firma han pasado creativos muy dispares en lo que a identidad creativa se refiere (Marc Bohan, Gianfraco Ferré, John Galliano, Raf Simons...) y aún así su nombre se mantiene como el gran emblema francés. Dior dicta de alguna forma lo que es el buen gusto, al menos en lo sociológico: el gusto legítimo, el institucional, el el que la élite consagra como universal.

En los últimos nueve años, la diseñadora Maria Chiuri quiso que esa gran maquinaria del buen gusto tuviera un lugar para las prendas básicas, cotidianas, y para el mensaje feminista. Las ventas de la enseña , pero estos tiempos raros  que exigen un cambio en las dinámicas del sector para que este siga creciendo, demandaban una visión más creativa (en el sentido tradicional del término) que la suya. La apuesta del grupo LVMH fue Jonathan Anderson, el gran talento de esta generación, el que supo hacer de Loewe una marca innovadora y deseable a nivel global. Ayer debutó donde Dior muestra siempre presenta sus colecciones femeninas, el Jardín de las Tullerías, peo con un escenario mucho más reducido al habitual. Recortar asientos y filas es la forma de crear todavía más expectación ante uno de los debuts más importantes de la temporada. 

Hay algo que distingue al diseñador norirlandés del resto de grandes creativos de su tiempo. Mientras Demna (Gucci) o Michele (Valentino) tienen una visión única del diseño y la llevan allí donde van. Anderson es capaz de adaptarse a la marca en que trabaja. Él es una especie de gran comisario cultural con un enorme talento para mezclar  referencias dispares y crear con ellas algo nuevo. 

Por eso, en un ejercicio de honestidad , Anderson comenzaba su desfile repasando los hitos de los creadores que le precedieron en la casa. Ha estado prácticamente un año rebuscando en el archivo y haciéndolo suyo, y al final se decantó por los cuellos de encaje  del breve paso de Yves Saint-Laurent por la casa, por tocados y piezas que emulan la papiroflexia de una de las colecciones de Galliano, por versiones escultóricas  del New Look de la era Raf Simons y hasta por el toque realista y callejero  de Maria Grazia , que él traslada a minifaldas y camisas en denim. 

Todos estos elementos, entre otros, han pasado por su peculiar  filtro, esa mirada que ya tenía el Loewe y que consistía en redimensionar procesos de confección  como drapeados, dobladillos o cancanes de faldas, o en borrar  las barreras entre el objeto y el accesorio, de ahí, por ejemplo, esos zapatos-flor que homenajean  a una casa  que tiene las flores como uno de sus símbolos...

Leticia García. París. El País, jueves, 2 de octubre de 2025.

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