lunes, 13 de octubre de 2025

"La divina Sarah Bernhardt"

No estamos ante un biopic convencional. La trayectoria de la francesa Sarah Bernhardt (París 1844,), la primera gran estrella  del teatro y del cine XX, generaría una serie larga . Los guionistas (el director Guillaume Nicloux y Nathalie Leuthreau) decidieron centrar el grueso de la trama entre los años 1896 (su consolidación como actriz) y 1915 (la amputación de una de sus piernas), añadiendo algunos saltos temporales para centrarse en sus amoríos, su familia y sobre todo, en su desprejuiciada visión del mundo. Su idea de mujer liberada y adelantada a su tiempo, del feminismo sin pancarta, de la fina intuición de la creación artística, de su visión y de las relaciones con grandes escritores y dramaturgos de la época abarcan la película. 

Es remarcable la secuencia en que se cita con el escritor Émile Zola para pedirle que apoye al "inocente" oficial Alfred Dreyfus, que daría paso a la famosa carta "J'Acusse" de 1898, dirigida al Presidente de la República.También recrea momentos célebres de su carrera, como su interpretación de La dama de las camelias en el Théâtre de la Renaissance, donde ella indagó su faceta de empresaria exitosa. No faltan referencia s a su hijo y al accidentado amor de su vida, donde el guión se reserva un cierre imaginario con ambos en el cementerio parisino del Père Lachaise. 

Lo primero que destaca en La divina Sarah Bernhardt es el cuidado del diseño de producción que logra transmitir en la pantalla el lujo que la rodeaba. También el trabajo  de Sandrine Kiberlain, que se mete en su piel aunque no buscara  un parecido físico más allá de su pelo, sino un despliegue variado de matices con los que la actriz veterana dota al personaje. El recurso puntual de imágenes de archivo en los créditos iniciales y finales redondea  el tono historicista e, incluso , didáctico  de una película que devuelve un mito a la realidad. 

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, domingo 5 de octubre de 2025.

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