jueves, 14 de septiembre de 2023

Adiós a Jean Canavaggio, el gran cervantista francés

Canavaggio, retratado en Madrid en el 2006. Benito Ordóñez

Descubrió el Quijote a los siete años en un cómic. La pasión jamás lo abandonó. Pasó la vida leyendo y releyendo el libro. Estudió a fondo Cervantes como pocos lo han hecho. Jean Canavaggio el mayor cervantista francés de su tiempo, murió en París, su ciudad natal a los 87 años. La causa de su muerte fue un cáncer fulminante, explicó su amigo, el también hispanista Benoît Pellistrandi. Le sobrevive su esposa, Perrine, quien fue, entre 1974 y 1994, la primera archivera de la presidencia de la República francesa, y sus cuatro hijos. 

Canavaggio -responsable de la edición canónica del Quijote en la colección francesa de clásicos de La Pléiade y autor de libros de referencia como el reciente Diccionario Cervantes- pertenecía a esa clase de sabios que saben tratar su objeto de estudio no como una pieza de museo, sino como algo vivo. Combinaba la erudición y el rigor de la mejor tradición académica francesa -se educó en la Escuela Normal Superior- con una fina ironía cervantina. 

En una entrevista con El País, en el domicilio de los Canavaggio en París, lamentaba con una media sonrisa lo que le había costado convencer a sus hijos para que lo leyesen. No digamos a sus nietos. "En mi casa", contó en aquella ocasión, tengo que enfrentarme con una pregunta que siempre recibe la misma respuesta; ¿De qué nos va a hablar papá? Del Quijote, como siempre".

Canavaggio se inscribe en la nutrida tradición de hispanistas franceses del siglo XX, desde Marcel Bataillon a sus contemporáneo Joseph Pérez. Profesor emérito por la Universidad de Nanterre, dirigió ente 1996 y 2001 la Casa Velázquez, institución con sede en Madrid que promueve los intercambios artísticos y culturales entre Francia y España. Era caballero de la Legión de Honor francesa y ostentaba la gran cruz de la orden de Alfonso X el Sabio y la orden de Isabel la Católica.

Pellistrandi considera que Canavaggio logró "dar de Cervantes una imagen global, no limitada al Quijote". Recuerda que, cuando en 2001, dirigió la publicación de los dos volúmenes de Cervantes en La Pléiade, integró las Novelas Ejemplares, La Galatea y Los trabajos de Persiles y Segismundo.

Nada predestinaba a Canavaggio a dedicar su vida a Cervantes y a España. Sus padres, de Córcega, se habían conocido en Alejandría. Fue un "tebeo" -esa es la palabra que usaba él- sobre un episodio del Quijote lo que despertó el interés por todo lo español. A los 12 años empezó a estudiar la lengua...

Pellistrandi cuenta que el virus español lo contrajo durante una visita a España junto al escritor Emmanuel Berl y su esposa, la cantante Mireille, Era la España de los años cincuenta. "Me impresionó enormemente. Era la España de Unamuno y Azorín. Era un desierto. Y luego llegar a Madrid, gran ciudad, la capital, con corbata y chaqueta los chicos, muchos militares y los hombres con bigote", recordaba.

Del Quijote lo primero que le sedujo fue su personalidad. "No es un héroe, y tampoco un payaso. Quienes se topan con él no saben si es un loco o un sabio". "Los españoles quizá se estén desquijotizando", añadía. "Cervantes tiene un encanto personal. Cuando te dirige la palabra, te habla como a un amigo", argumentaba. Lo mismo sentía quien conversara con él. 

Marc Bassets. París. El País, jueves 24 de agosto de 2023

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