No es un documental, aunque lo acertado de los escenarios y el buen trabajo de casting provoca que lo vemos próximo, es realista. Pero insistamos, es una película y los autores afrontan el desafío de colocar su historia en apenas hora y media. ¿Daba par una serie? Sin duda habríamos asistido a un mayor desarrollo de algunos personajes diluidos ante la mayor presencia de otros, en particular, el asistente social que encarna Vincent Macaigne y la educadora Aïssa Maiga. Unas pinceladas emocionales, algunas situaciones comunes (por otra parte inevitables), junto a concesiones al nudo en la garganta, no restan mérito a un tipo de cine que los franceses producen con valentía, a sabiendas de que no captarán a comedores de palomitas, pero sí al espectador concienciado, que agradece a la pantalla grande que luzca la sociedad real. Y digo que la pantalla grande porque parece llegada la hora de admitir que, en la sala oscura, los sentimientos crecen, y con ellos hasta cabe la indignación ante un estado de cosas que a (casi) nadie gusta. Recomendable por necesaria.
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, jueves 24 de agosto de 2023.
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