Tres caricaturas de Picasso:
de esquerda a dereita, Apollinaire, André Salmon
e Jaume Sabartés |
La caricatura es un retrato en el que el artista altera los rasgos del modelo y consigue más semejanza que con un retrato realista. La caricatura puede ser cómica, satírica y humorística. En la cómica se deforman las facciones y la cara del modelo para hacerlo gracioso y divertirnos todos: espectadores y caricaturizado. En la satírica las deformaciones son crueles e intentan ridiculizarlo o hacerlo risible. En la humorística se exagera una expresión peculiar del modelo -tenemos varias- para obtener la mayor semejanza posible. En todos los casos la caricatura hace reír por la sorpresa que causa, porque no se entiende que un retrato nada fiel al modelo se le parezca tanto; y por eso el filósofo Henri Bergson la calificó de "arte diabólica".
Así pues, una caricatura es un retrato peculiar y ninguna otra cosa. No es una viñeta humorística, ni un dibujo grotesco o deformado. No son caricaturas los Caprichos de Goya, ni las ilustraciones que Doré hizo para el Quijote. Llamar caricaturas a estos diseños por ser divertidos o fuertemente expresivos -como se hace con frecuencia en los tratados sobre prensa festiva, humor gráfico e ilustración- complica el análisis del autor y la comprensión del lector. Aclarada esta cuestión, es necesario preguntarnos si Picasso hizo caricatura o si tenía ojo y mano de caricaturista. La respuesta es afirmativa en los dos casos. Picasso hizo caricatura desde joven y durante toda su vida, y tenía mano y talento para ejercer la profesión de caricaturista en cualquier publicación ilustrada de Barcelona o París. No ejerció porque la caricatura solo fue para él un divertimento. Hizo caricatura cómica de los amigos para reírse con ellos. Las de Casagemas, Mir, Junyer, Soto, Apollinaire, Jacob y Sabartes las dibujó de memoria y sin apenas separar el lápiz del papel. Son "caricaturas al minuto" y solo una de Casagemas pintada a acuarela, está hecha con esmero, cuidando la perfección del trazo. Distinta es también otra de André Salmon, porque posó y se nota.
¿Podemos
hablar de un estilo personal en el Picasso caricaturista? Podemos, porque el
dibujo de Picasso termina siendo personal siempre, aunque lo construya a partir
de otros artistas . El joven Picasso aprendió a hacer retratos al carbón al
modo de Ramón Casas, pero al cabo de poco tiempo sus retratos ya no eran los de
Casas. En París estudió Toulouse-Lautrec y a Steinlein, y se inspiró en
ellos. En Barcelona el joven Picasso descubrió a Isidro Nonell y se dio cuenta
de que el trazo libérrimo del catalán era idóneo para hacer diseños rápidos, y
lo deglutió, lo digirió y lo convirtió en propio . Creo que el poso que
en su formación dejaron Casas y Nonell fue la base del dibujo de Picasso, que
aplicó a todo tipo de diseños, también á las caricaturas, que por eso parecen
bosquejos para otras definitivas. Sin embargo, en esa espontaneidad y en el
trazo tembloroso , tan distinto de la caricatura que a comienzos del
siglo XX se imponía en Europa, está su originalidad.
Cuando
el crítico Félix Fénéon vio el lienzo Les demoiselles
d'Avignon menospreció la obra y al artista, recomendándole a Picasso
que se dedicase a la caricatura. Comentando la anécdota años después, Picasso
dijo que aquel consejo no fue ninguna tontería porque todos los retratos son ,
en cierta manera, caricaturas. La relevancia de esta reflexión hizo que los
estudiosos de su obra se reocupasen de interpretarla y hoy hay un amplio
consenso en verla como prueba de que Picasso pensaba que las
deformaciones propias de la caricatura eran necesarias y estimulantes para
crear belleza moderna. Pero eso no fue lo que Picasso dijo. Picasso , como
cualquier artista que hace caricatura y retrato, sabía que dominó de la
caricatura facilita la labor del pintor de retratos y que en la exageración ,
propia de la caricatura, está el secreto de los mejores...
Siro. La voz de Galicia, martes 1 de agosto de 2023.
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