Una escena de Manon, con Sabina Puértolas
El compositor, especialmente cultivado y degustado por la burguesía, solía poblar muchas de sus óperas de bellas mujeres, no siempre de buena vida y con frecuencia arrepentidas. Ahí están para corroborarlo esas a veces entrañables pese a sus culpas, Manon, Herodiades, Thais, Cleopatra, Ariane... Habitualmente, señalaba no sin ironía Paul Henri Lang "nos encontramos exactamente con las mismas bellezas con olor a lavanda, pero, después de todo, la melodía es más fuerte que la historia". He ahí la grande arma del compositor, aparte un gran oficio y un conocimiento de la voz: la melodía con la que fijaba los instantes claves de sus óperas y captaba al oyente.
Esa melodía "afable y perfumada", era, en efecto el recurso principal de frases insinuantes, flexibles y fragmentadas. Era la gran baza del autor. El papel estelar, creado por Marie Heilbron, la noche del 19 de enero de 1884 en la ópera Cómica de París, es adecuado para una soprano lírica o lírico-ligera como Sabina Puértolas, que es más lo segundo que lo primero.
La cantante aragonesa está en un magnífico estado de forma y controla su satinado instrumento con soltura, propiedad y donosura, El personaje, en el Villamarta de Jerez le va como anillo al dedo por gracia, por apostura, por ese indefinible y valioso toque femenino tan inasible. También porque le da pie para exhibir su exquisito arte de canto. El aria Adieu ma petite table y la Gavota le permiten lucirse a conciencia...
Arturo Reverter. El Cultural 8-9-2023.
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