Las cuatro primas Courtin-Clarins. Virginie a la derecha © Guido Mocafico |
La leyenda dice que las primas Courtin-Clarins eran prácticamente desconocidas hasta que en 2011 Anna Wintour las vio en el front row de un desfile y ordenó inmediatamente que las fotografiaran para Vogue. De la noche a la mañana, se convirtieron en it girls y abrieron, como estaba mandado entonces un blog que dedicaron a vender la marca que creó su abuelo.
Las cuatro primas eran las primeras en probar las cremas. Se las untaban en el rostro y las del cuerpo se las ponían en una sola pierna para comparar los resultados con la otra que tenía a piel sin tratar. Como en cualquier negocio familiar, toda la familia solía participar en las reuniones de las que salían los nombres de los productos. El abuelo, muy unido a sus nietas, murió 2022, pero ha dejado un legado sólido. Y Virginie, graduada de la EDHEC, una de las mejores escuelas francesas de negocios, es la heredera natural que debe abrir nuevos caminos para la marca.
Nacida en una familia vinculada al éxito, creció viendo su apellido en todas partes. La tercera generación toma ahora el poder en la empresa familiar. En su puesto de directora de responsabilidad social corporativa y nuevos territorios, la misión de Virginie es abrir nuevos caminos a la marca y apuntalar lo que ha sido siempre una estrategia central para la casa francesa: el respeto a la naturaleza, el culto a las materias primas de calidad y la honestidad con sus clientes.
"Para Clarins, lo más importante es decir la verdad. No nos verán presumiendo de lo que no somos. Queremos explicar cada decisión que se tome respecto a los materiales, al packaging o a los proveedores. Y creemos que existe una clientela bien educada, con capacidad de reconocer las buenas decisiones, No decimos que seamos perfectos, pero estamos trabajando para ser la compañía cosmética más comprometida del mundo", asegura Virginie Courtin-Clarins a través de una videollamada.
Más del 80% de los activos de la marca son de origen natural; el 19% restante son ingredientes sintéticos de calidad. Según explica, son estrictamente necesarios para conseguir la eficacia de los productos. "Nuestra política es clara: recurrimos a los ingredientes sintéticos cuando es preciso. Es decir, cuando en la naturaleza no encontramos una alternativa"...
En 2016 se inauguró la hacienda Domaine Clarins, en medio de los Alpes franceses, un laboratorio a cielo abierto a 1.400 metros de altitud. En ese lugar paradisíaco se plantan semillas con técnicas manuales, no hay pesticidas y se usan caballos para trabajar la tierra. De momento sembramos unas 30 plantas, 6 de ellas se emplean en las fórmulas de los limpiadores y tónicos faciales. El Domaine Clarins es un ejemplo para el resto de nuestros proveedores. Nuestra meta es solo trabajar con aquellos que respeten la naturaleza y su entorno".
K. Vázquez. El País Semanal, 7 de marzo de 2023.
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