Como revolucionaria, su biografía atestigua un compromiso y una entrega total y duradera a la causa. Al igual que otras muchas mujeres de su entorno, es decir, de la aristocracia, Alexandra Kolontái se sintió al mismo tiempo obsesionada por la realidad de su país -el atraso, la miseria de la sociedad-, indignada ante los privilegios reservados a una reducida minoría y marcada por la reflexión que aquella situación suscitó ante las élites. La figura del "caballero arrepentido" que describió Turguénev y que encarnó Kropotkin también tuvo rostro de mujer: el de Vera Zasúlich y, sobre todo, el de Alexandra Kolontái. Pero cómo se pasó de "caballero arrepentido" a la reconciliación con Stalin?
En realidad, los signos de aquella reconciliación fueron evidentes desde muy temprano, ya que a mediados de los años veinte, cuando Stalin estaba avanzando hacia el poder total y estalló el principal conflicto en torno a su ascenso -su enfrentamiento con Trotski-, Kolontái pareció ponerse de su parte. En efecto, en 1924 entregó al Instituto Marx-Engels las cartas de Lenin, que, con sus críticas a Trotski, le serían muy útiles a Stalin en el duelo que mantenía con su rival. En 1926, cuando ya era imposible dudar de la ambición y la brutalidad de Stalin, ella se opuso rotundamente a los avances de Trotski, lo que la llevó a sumarse a la Oposición. Posteriormente casi no hizo comentarios sobre las purgas, en las que desaparecerían hombres a los que ella apreciaba poco -es el caso de Zinóviev-, pero también otros que le eran cercanos. Todos ellos fueron triturados por la máquina terrorista de Stalin. Durante los años de purgas, Kolontái, imperturbable, se concentró en su misión como embajadora y pareció ignorar las detenciones, los letales campos de trabajo y el gulag que se creó justo en aquella época. Finalmente, en sus años moscovitas, en los que Stalin le proporcionó una tranquila jubilación, al mismo tiempo que se abría una nueva época de terror, Kolontái enviaba complacientes mensajes al dirigente y le felicitaba por sus acciones.
¿Consiguió su tranquilidad y su salvación poniéndose del lado de quien había aplastado a todas las personas de su entorno, con excepción de su familia, que, como ella -y probablemente gracias a ella-, se salvó de la ira estalinista? (...)
Al final de aquella aventura en común, Stalin no pudo evitar romper el pacto implicíto que los había mantenido unidos durante tanto tiempo. A través de las instrucciones que dio tras la muerte de Alexandra, la expulsó de la historia del Partido. El tiempo ha vengado a Kolontái. La desestalinización ha condenado a Stalin, pero Kolontái ha sobrevivido. Sus textos, su actividad revolucionaria, política y finalmente diplomática han quedado grabados en el mármol del conocimiento histórico, con sus debilidades y sus renuncias, que no merman en nada la fuerza de su personalidad. Siempre fiel a su proyecto de estar con el pueblo -ese fue el principio que guió su vida -. Kolontái ha entrado en la historia de los héroes indiscutibles del movimiento comunista... Y para la historia, la imagen de Kolontái será siempre, por encima de cualquier otra cosa, la que admiraron las personas que la conocieron, la de una combatiente al servicio de todas las causas. La Valquiria de la Revolución.
Este extracto es un adelanto del libro póstumo de Hélène Carrère d'Encausse: Alexandra Kolontái. Una feminista en tiempos de la revolución rusa, que publica Crítica el 4 de octubre de 2023.
El País, domingo, 1 de octubre de 2023.
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