El filosofo francés Pierre Crétois |
P.- En su obra cita una frase del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau: "El demonio de la propiedad infesta todo cuanto toca".
R.- Rousseau muestra como la introducción de la propiedad estructura las relaciones de dominación y es una de las causas de las desigualdades. Para él, la propiedad implica relaciones jerárquicas. Es la manera en la que la propiedad estructura las relaciones sociales y las relaciones de dominación entre seres humanos. También cree que gozamos mejor de las cosas cuando no nos pertenecen. La aspiración a la propiedad exclusiva convierte la propiedad en una carga, en una serie de molestias, y resulta una quiebra de los lazos sociales.
P.- ¿Defiende lo mismo?
R.- Yo defiendo que la propiedad es una modalidad de lo común: no podemos reivindicarnos como propietarios de las cosas sino como simples propietarios de algunos derechos sobre las cosas, compatibles con los derechos de los otros. Cuando preguntamos a alguien si es propietario de su casa, en realidad es propietario de algunos derechos sobre esta casa en la medida que son compatibles con los derechos de los demás. En el fondo no puedo hacer lo que quiero con mi fachada cuando estoy en una zona protegida, no por estar en mi casa puedo hacer absolutamente lo que yo quiera. Hay una serie de reglas que hacen que nunca podamos pretender ser dueños absolutos de las cosas. Solo tenemos derechos relativos sobre ellas.
P.- Ya existen límites legales a la propiedad o a su disfrute.
R.- El argumento fundamental consiste en atacar a la ideología propietaria. Ese es el problema. No es tanto el Estado de derecho, sino la creencia según la cual hacemos absolutamente lo que queremos con lo que nos pertenece. Y eso tiene muchas implicaciones, entre ellas la creencia de que el Estado no debería estar autorizado a retener una parte de mis recursos. En realidad el derecho no funciona así, pero funciona de una manera criticable, que parte de la propiedad y luego intenta hacerla compatible con la convivencia con otros. Para mí hay que darle la vuelta a las cosas, hay que partir del hecho de la convivencia y luego ver cómo se distribuyen los derechos. Y eso lo cambiaría todo. Evitaría ciertas tensiones. (...)
P.- ¿No es utópico?
R.- No creo que invitar a una transformación sea utópico, creo que forma parte del momento que vivimos. La crisis medioambiental nos muestra que no podemos separarnos, que estamos ligados a los ecosistemas. No solo se trata de preservarlos, sino de repensar nuestra inserción en su seno. Preservar es de nuevo lo mismo, haces lo que quieres con lo que te pertenece en parte, pero tienes que ser respetuoso con el medio ambiente. Y no: estamos inmersos en un entorno y lo que nos pertenece es parte de ese entorno y debe funcionar en él...
Sara González. El País, domingo 23 de julio de 2023
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