Una pieza de videoarte creada por Elena Bellantoni ponía la nota de color ayer en el desfile de Dior. Titulada Not her proyectaba las clásicas imágenes de las amas de casa norteamericanas de los años cincuenta junto a mensajes como "no soy esposa, madre o hija. Soy mujer". La directora creativa de la casa Maria Grazia Chiuri, siempre se vale de una artista feminista para apoyar su discurso: la moda puede y debe ser feminista.
En esta ocasión, la italiana se inspira con las brujas, en su sororidad y la transmisión generacional de su conocimiento, un clásico de la literatura feminista que Chiuri, sin embargo, traduce en chaquetas negras de corte masculino sobre camisas blancas, vestidos con encaje artesanal a modo de telaraña y minúsculas lágrimas bordadas. También en una curiosa reinterpretación del new look (amplio, cómodo y ponible, pensado para ser llevado y vivido) con faldas de estampado tie dye, demostrando que tiene un talento especial cuando se aproxima a la estética oscura. Los aficionados a la moda la han criticado por ser demasiado comercial, pero pocos han reparado en su labor por convertir este negocio que vive mayoritariamente de las mujeres, en un negocio liderado por mujeres. Ahora que el resto de firmas se ha rendido a lo comercial y utilitario, quizá se entienda mejor por qué hace lo que hace.
El feminismo, a su manera, también fue la base de Saint Laurent. Anthony Vaccarello presentó una colección inspirada en las aviadoras Amelia Earhart y Adrienne Bolland, una excusa perfecta para fusionar los gorros de aviación con las saharianas, una de las pocas prendas que al diseñador le quedaba por explorar a fondo, y que fue la sobrevoló toda la colección, convertida en mono, en vestido o en pantalón, en colores caqui, burdeos o negro. Eso hizo que por primera vez en varios años la propuesta de Saint Laurent sea apta para todo tipo de cuerpos y, sin embargo, no haya perdido esa imagen de burguesía rebelde con la que el diseñador italiano ha logrado subir las ventas de la casa.
The Row, la firma de las hermanas Olsen, también vende imagen. Básicos carísimos de calidades muy exclusivas con modelos famosas de varias generaciones vestidas con abrigos oversize de cachemir, vestidos drapeados y pantalones de pinzas de cintura alta que casi parecen prestados. Cuanto más desarrapado y despreocupado, más lujoso.
La tarde de ayer fue, sin embargo, un festival de color y juegos conceptuales. Francesco Risco presentó una colección en la que los patrones se exageraban hasta crear abrigos y vestidos trapezoidales. También sus clásicos estampados de cuadros, ahora en vestidos mínimos, se combinaban con botas-calcetín de colores. El diseñador ha mezclado por primera vez su impronta (el unisex, el punk, la ironía ) con el pasado de una marca muy presente en el imaginario colectivo. Lo mismo que Dries van Noten. Siempre distinto, pero siempre reconocible, el belga jugó con los brillos, la ropa deportiva, el traje sastre clásico o los microshorts. Un juego de opuestos que en su mano resulta realista y practicable.
Leticia García. París. El País , jueves 28 de septiembre de 2023.
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