miércoles, 25 de octubre de 2023

Ana Ozores, "vetusta y contemporánea"

Escribe Mario Vargas llosa en La orgía perpetua que La Regenta  es "la mejor novela (española del siglo XIX". Mucha gente amplía el juicio a toda nuestra historia, solo por detrás de El Quijote. Este dictamen hoy común no coincide con el que ha merecido a lo largo del tiempo. A su publicación tuvo cerrados detractores. Un gacetillero anónimo de la prensa ovetense la recomendaba como remedio infalible contra el insomnio. La mayor parte de sus capítulos, asegura, producen "un sueño casi instantáneo, tranquilo y reparador" y dos de ellos, dosis mayor tolerada de este "específico", vencen la vigilia más tenaz.

Tampoco consiguió éxito editorial una obra que desde hace tiempo encabeza el canon de la narrativa castellana de cualquier época. Desde la primera salida en 1884-1885 hasta la siguiente en 1901, con prólogo de Galdós, pasaron tres lustros. Es posible que se hiciera una reimpresión no marcada como tal y en 1894 ocupó el faldón del Folletín de La Publicidad. Poca cosa tratándose de un libro tan señero, cuyo recorrido no mejoró hasta mucho tiempo después. La novela fue marginada durante buena parte del pasado siglo. El franquismo no le dio facilidades al anticlerical Leopoldo Alas y sus obras aparecieron en caras ediciones hasta que la económica colección de bolsillo de Alianza Editorial la descubrió para asombro del gran público.

Desde entonces, años sesenta pasados, La Regenta no ha cesado de sumar lectores y juicios críticos admirativos. En ella se ha reconocido el mérito de levantar el gran retablo de mediocridad de la burguesía provinciana del ochocientos mediante la minuciosa recreación de la vida en Vetusta, levítica ciudad del norte peninsular. En ese páramo espiritual, símbolo de la vulgaridad, la incultura y el fariseísmo, entre nobles necios, curas anticristianos y políticos caciquiles, no puede florecer el alma sensitiva de Ana Ozores, la guapa y joven protagonista que, en la tesitura de engañar a su paternal marido con un cura lujurioso o con un guapo chisgarabís, prefiere a este, al brazo secular.

Ese canto del cisne del Romanticismo degradado lo entona Clarín con una creación cruel pero muy divertida, repleta de ironía y de cultura y de asombrosa hondura psicológica. Amén de con el valor sustantivo de un complejo diagnóstico sociológico que clava los usos anclados en el pasado de la Restauración e intuye un futuro distinto en manos del mundo obrero. El valor testimonial - insuperable retrato de época - ha oscurecido sus méritos artísticos. (...)

No es La Regenta una excepción en la narrativa europea decimonónica. Clara descendiente de Madame Bovary, de Flaubert, entronca con el retrato de la insatisfacción femenina y la estampa social de Ana Karenina de Tolstoi y con otras grandes obras de autores de aquel tiempo que abordaron el tema de la mujer adúltera (Eça de Queiroz, Balzac o Zola).

Santos Sanz Villanueva. El Cultural, 21-10-2023.

Todos los implicados en el trasvase al género lírico del clásico decimonónico de Leopoldo Alas "Clarín" tienen una convicción: la historia de La Regenta podría ocurrir hoy. Un ser puro que acaba destrozado por una sociedad enferma de ansia de poder y represión sexual. Amelia Valcárcel firma un libreto esencializado a partir del novelón, Marisa Manchado se remite al universo sonoro de Alban Berg y Bárbara Lluch refuerza la contemporaneidad con una puesta en escena de vestuario colorista. En Matadero a partir del 24 de octubre.

El Cultural, 21-10-23.

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