Los problemas son varios. El principal , la falta de química entre dos intérprete que dan vida a una pareja de enamorados. Es una decisión muy cuestionable, la directora Maïwenn Le Besco se desdobla también en protagonista. Si tras la cámara su trabajo solo es correcto, delante no llega a encarnar nunca su personaje. De modo que el espectador no está viendo a Jeanne du Berry y a Luis XV sino a Maïwenn a un embalsamado Depp que, pese a ser mucho mejor actor que su compañera, nunca encuentra su lugar en una película de emociones rígidas e impostadas.
Tras películas tan discutibles como Polisse (2011) o Mi amor (2015), Jeanne du Barry solo parece el capricho de una directora que no disimula su egolatría. Maïwenn es sin duda una mujer de presencia imponente y personalidad intrigante, pero está lejos de ser buena actriz. Y, en su intento de dotar de mensaje actual y feminista a su película, resulta oportunista. Jeanne du Barry fue una mujer hecha a sí misma que escaló de los bajos fondos a los salones de Versalles, donde desafió a la corte con su ropa y su presencia. Una figura infinitamente mejor retratada por Sofía Coppola en María Antonieta (2006), en la estaba interpretada por Asia Argento y donde bastaban dos líneas de diálogo ("Esto es ridículo". "No, esto es Versalles") para decir más de la sociedad que retrataba que en toda la película que ahora se estrena.
Elisa Fernández-Santos. El País, viernes 22 de septiembre de 2023.
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